Capítulo 29: Punto de partida

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Logré dormirme a las tres de la mañana. Pero me desperté a las siete, del día siguiente, —gracias al viejo reloj-despertador— y me sentía fatal y solo había dormido pocas horas. Además de eso, mi periodo había llegado un día antes por la noche y tuve que correr a buscar toallas femeninas y tomé pastillas para el dolor. Me levanté un poco atontada, pero luego tuve una rápida urgencia de ir al baño, y me cepillé los dientes. Me refresqué el rostro pero no quise darme un baño, a pesar del ánimo que tenía, solo usé el desodorante.

Maldije mientras me cambiaba y los pantalones los sentí, un poco apretados en la cintura, pero realmente en estos momentos no me importaba. Además, hacia un clima agradable hasta oí pájaros cantar. Me hice un moño desordenado, solo para acomodarme el cabello. A duras penas, logré bajar a la cocina y cuando llegué, miré el calendario puesto con imanes en el refrigerador; miércoles, quince de abril.

>>> Cinco días más y será veinte de abril...<<<, pensé mirando el calendario y me mordí el labio

—Y así, estaré a un mes de mi cumpleaños número dieciocho. —susurré y suspirando me fui a la mesa para desayunar.

Lo chicos estuvieron hablando de cosas banales cómo deportes (Ethan y Chad), sobre recetas de cocina y sobre los especiales que había en Food Network (Joel y Will), sobre motocross y motocicletas (Zack y Lucas) o de computadoras y videojuegos (Will, Zack y Chad) ¡Lo normal! Solo papá y yo estábamos tranquilos, aunque sabíamos que los chicos solo tratan de seguir con algo de normalidad, ante lo que había pasado en estos últimos días. Cuando concluyó el desayuno, y los chicos iban a irse a la ferretería, miré a mi papá, mientras él se terminaba su café, cerca de la encimera y Joel con Will peleaban, por quien debía lavar los platos.

Suspiré yendo hacia Michael. Lo llamé y le pregunté, si podíamos hablar afuera un momento. Él dejó su taza para salir conmigo, y aunque no pude verlas, supuse que los chicos nos debían estar mirando, cuando salimos al porche. Casi salté los escalones y me quedé en el patio. Me sentía inquieta y movía las manos por toda mi ropa.

— ¿Liz?

Reaccioné y miré a mi padre, con el ceño fruncido.

— ¿Qué pasa?

Respiré e intenté estar tranquila, pero sinceramente, no podía hacerlo después del correo de anoche.

— ¿Elizabeth...? — empezó Michael

—Me enviaron un correo anoche, papá y con una foto...—le interrumpí con rapidez

Mi papá se puso tensó y me miró, entre asombro y horror

— ¿Qué es? ¿Qué decía? — preguntó

Sentía pesado el estómago y le descargué a mi padre, todo sobre el correo con mensaje pero le conté sobre la sobre la foto de Sean y yo, dándonos un beso, para el final. Puso la cabeza de lado, mirándome con interés, aunque parecía avergonzado.

— ¿Están saliendo?

Hice una mueca y miré hacia el suelo. Resoplé, y levanté la mirada.

—Más o menos —murmuré incómoda y agregué: —Pero no es nada serio, papá. ¡Te lo juro! —

Mi papá hizo una mueca y solté una risa nerviosa.

— ¿Estás segura? — preguntó. Asentí. —Uhm, bueno, solo quiero estar seguro de que...tengas cuidado con los chicos— repuso algo incómodo. — Y bueno, tú sabes de esas cosas, hija... —dijo levantando las cejas

Me mordí el labio y tardé un segundo en entender sus palabras.

— ¡Oh! — exclamé algo incómoda. — Mmm, pues, papá...Yo...pues yo...— tragué. — Uhm, pues...

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