Capítulo 16: La oveja

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En un abrir y cerrar de ojos, transcurrió febrero. Para algunos fue rápido pero para mí fue lento...y entretenido. Y antes de darme cuenta, ya era quince de marzo. Me había vuelto amiga de Sean Collins y aunque comenzó siendo, una forma amistosa para mostrarle cómo era el pueblo, a él le pareció interesante. Y teníamos cosas agradables de qué conversar. Al final, había muchas personas afuera de White Rose y cientos de ellas podían tener los mismos gustos que los tuyos. Sean era uno de esos casos. En el transcurso de ese mes, Sean y yo nos volvimos buenos amigos y aunque tuve la impresión de que él era el tipo de chico que atraía multitudes, en realidad era tranquilo. Y también, supe más cosas de él. Sean y su padre se habían mudado desde Los Ángeles, California, y por eso su ligero bronceado (el cual ya había desaparecido), y también supe que la razón para mudarse tan lejos fue porque su madre había fallecido.

—Cáncer de ovarios — me dijo con dolor, cuando se lo pregunté

—Lo siento — murmuré

Sean hizo una leve sonrisa.

—Está bien. Gracias, Lizzie— me contestó e hizo una sonrisa, que hizo que mi corazón palpitara

Sean era social con las pocas personas del pueblo que había conocido, y hasta con el Padre Jack, pero su padre, Mark era otra cosa. Era un hombre extraño y según la gente, se le veía muy poco en el pueblo. Casi no salía de su casa. Un sábado por la tarde le pregunté a Sean sobre eso y él encogiéndose en hombros, solo me explicó que el trabajo de su padre le permitía estar en casa. Sean parecía incómodo cuando le pregunté, así que no continué. Las pocas veces que vi al señor Collins, fue un miércoles por la noche, en la misa de la iglesia. Pero Sean no se parecía en nada a él; era un hombre delgado, quizás escuálido y utilizaba anteojos; tenía el cabello rubio cenizo con un bigote y algo de barba. Parecía tener una actitud nerviosa, porque se mordía las uñas de las manos. Peculiar hombre. Mientras que el señor Collins parecía ser reservado y poco hablar, Sean era todo lo contrario. Él era sociable y agradable pero extrañamente, me gusta tenerlo cerca.

Una tarde después de escribir unos mensajes de textos, preguntándome si quería comer helado, tuve una sacudida. Fue una sensación. Rick nunca me había provocado una sensación así y curiosamente, no había pensado mucho en él ni en su familia. Había roto nuestro trato y aunque estuve un tiempo esperando a que se pusiera en contacto conmigo o algo, no lo hizo. Nada de llamadas, mensajes de texto o correos. No había nada, y aunque al principio espere una señal suya, al final no ocurrió nada. Nada sucedió y eso me confundió. Tuve algunas oportunidades de llamarlo o escribirle, pero no lo hice; y por qué lo haría. ¿Qué iba a decirle?, algo cómo: "Hey, Rick. Soy tú-futura-ex novia. ¿Podemos hablar?", o también cómo: "Hola. ¿Quería saber si estamos en algo o somos algo? ¿Todavía me amas?"

Sufrí de ansiedad no solo por la ausencia de Rick, sino por la amenaza de los Les Royals (latente por el momento) y la ausencia de los mensajes. No volví a recibir mensajes ni tampoco fotos, por lo menos. Era obvio que me vigilaban y también a mi familia. Cleo y Sofí vinieron un día con más noticias sobre las fotos y muy malas; no vinieron solas. Alex llegó con ellas y con un bolso para laptop. Al parecer la dirección de correo electrónico era falsa y a quien iba enviando el mensaje con todas las fotos también, era una dirección electrónica falsa junto con un nombre y una empresa, por supuesto, inexistentes y ni tampoco se sabía quién era la persona que tenía las fotos. Según nos expuso Alex y Cleo (pero mayormente su hermano), no se podían rastrear porque era un muy buen hackeo. Sofía también había dicho, que fue cuestión de suerte que hubieran logrado interceptar ese correo. No hubieron hacer nada más, porque no se podía quien había enviado la información porque la dirección IP eran falsas, con la ayuda del desvió de información de muchos servidores proxy.

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