Capítulo 4: Advertencias

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¡Les recomiendo escuchar la canción antes de leer el capítulo! 

Desperté al otro día sintiéndome mejor. Los cólicos me habían dejado molida, pero seguía con vida. ¡Gracias a Dios y fármacos para el dolor! Logré dormir mejor; me sentía sensible. Estaba sensible. Las hormonas hacían que me volviera una llorona. Me había puesto a ver cachorros tiernos por YouTube, y terminé con una caja de pañuelos de papel. Me levanté y caminé hacia el baño. Después de regresar de Europa, la casa tenía tres habitaciones arriba; una de Michael, la vieja habitación Axel y la mía. Aun así había establecido reglas entre Michael, los muchachos y yo; cuáles fueron las siguientes: uno, tocar la puerta, siempre; dos, no dejar que nadie estuviera con "poca ropa", y tres, mi propio baño. Todos aceptaron, sin objeciones.

Entré al baño y encendí la luz. Todo era pequeño y limpio, me acerqué a la ducha. Me quité mi pijama y me bañé. El olor a naranja era fuerte pero agradable; mientras salía, me acerque el lavamanos y limpie el espejo. Con atención observé mi reflejo. Piel color canela, ojos marrones y cabello negro, ondulado y largo. Tenía un rostro en forma de diamante, según me habían dicho; tenía una frente estrecha, mis pómulos eran anchos, altos y muy marcados con el mentón pequeño. Levanté mis cejas redondeadas y apreté mis gruesos labios. Según Axel y Michael, era la viva imagen de mi madre, Diana. Sentí un nudo en el estómago.

Extrañaba a mi madre. Siempre estaba presente en mis pensamientos, y aunque era una sensación agridulce, la echa de menos. Extrañaba sus abrazos, sus besos, sus risas, todo lo que ella fue en mi vida. Mi madre nos crió sola, nuestro padre biológico; Adam Evans había muerto cuando yo tenía un año de vida y Axel tres años. No fue mucho tiempo, pero mis padres se habían casado jóvenes, aun así no fue mucho. Suspiré. A pesar de ser viuda tan joven, mi madre salió adelante para cuidarnos y criarnos; años después cuando nuestra madre conoció a Michael Corbett.

Sonreí. Michael amo mucho a mi madre y también a Axel y a mí. Yo era su niña. Su hija. Me sentí avergonzada ante los recuerdos de la niñez, pero eran lindos recuerdos. Suspiré, mientras salía del baño y me senté con pesadez en la cama. En eso, llamaron a la puerta.

— ¿Liz?

Era Joel.

— ¿Sí? ¿Qué quieres?

Abrió un poco la puerta y dijo:

— ¿Puedo entrar? ¿O no?

Fruncí el ceño.

—No—repuse. —Acabo de darme un baño. ¿Qué quieres?

—Oh —dijo. —Eh, ya veo. Bueno, ¿quería saber si vienes a la ferretería hoy? Sé que tienes la "visita del mes" pero hoy Zack ni Will pueden hoy. Y necesitamos ayuda. ¿Crees que puedes hoy? —me explicó. Hizo una pausa. —Liz, por favor, reina...

Suspiré y froté la toalla en mi cabeza.

—De acuerdo —repuse. —Dame cinco minutos, y bajo, ¿bien?

—Bien —afirmó. — Gracias. Te esperamos—

Joel cerró la puerta y terminé de secarme, y comencé a vestirme para trabajar.

***

Exactamente cinco minutos después, circule deprisa desde mi habitación hacia abajo. Pantalones de vaqueros, una camiseta de color verde oscuro y unas Vans color negro. Tenía el cabello húmedo, así que lo dejé suelto con una cinta de tela, para el final. Corriendo agarré mi bolso y salí, viendo a Lucas estaba en el asiento del pasajero. Chad estaba atrás y Joel estaba de conductor del Jeep Cherokee hoy, lo miré y guiñó el ojo. Yo girando los ojos, me subí.

Renacimiento © ✓Where stories live. Discover now