Capítulo 36: El monstruo

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¡Les recomiendo escuchar la canción antes de leer el capítulo! 

Tenía que ser racional y no perder la poca calma que había conseguido por lo que había escuchado y...visto. Bertram golpeó la puerta con fuerza, y hasta me pareció que iba a romperse. Tragué saliva, intentando ganar tiempo o por lo menos algo.

Bertram gritó mi nombre, diciéndome que saliera, pero le pedí un momento más, conté hasta seis y la puerta dejó de moverse. Ya no estaba en la puerta, pero sabía que estaría escuchando todo. Mi corazón estaba en un ritmo constante, pero no estaba tranquila. Tarde o temprano Bertram me mataría, tal vez como el pobre nombre que conocí como Mark o algo mucho peor. Sentía como el sudor se deslizaba por mi espalda, mientras marchaba hacía la puerta y salía de ahí. Apenas di un paso afuera, el ambiente del lugar se había vuelto pesado, y hasta pude detectar, el olor a cigarrillos. Tragué duro. Sentí un escalofrío en la espalda, mientras cerraba la puerta detrás de mí y observaba el pasillo. Pude ver a Bertram en la cocina, sentado y había un poco de luz que se filtraba, por las ventanas de la cocina. Algunos rayos de sol entraban, y le daban un cierto tono anaranjado a las paredes; el ocaso estaba terminando. Avancé, palpando levemente la navaja en mi bolsillo y rezando, para controlar mis emociones. Cuando llegué a la cocina, noté algunas cosas y mi pulso se elevó.  

El cuerpo de Mark ya no estaba

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El cuerpo de Mark ya no estaba. Las manchas de sangre del fregadero, los armarios y el suelo, habían desaparecido. Había más bolsas de basura cerca del fregadero y las botellas de querosén, seguían en el mismo lugar. Con calma, giré la mirada hacía Bertram, y su rostro estaba implacable; todo en él parecía estar aseado y era obvio, había limpio el desastre que había sucedido en ese lugar. Había arreglado la escena. Él estaba sentado, frente a la mesa con aire casual mirando su laptop (o fingía verla), tenía un cigarrillo en la boca y hasta había un cenicero a su lado. Caminé hacía él y mis manos comenzaron a templar pero rápidamente, las volví puños.

Miré la otra silla vacía, la moví y me senté frente a él. Bertram levantó la vista de la pantalla y me miró. Aspiró un poco de su cigarrillo y exhaló, dándole un aspecto fantasmal con la ropa negra y el humo a su alrededor. Mi corazón empezó a agitarse y podía sentir el sudor frío correr en mi cuerpo. Y la navaja se sentía pesada en el bolsillo.

>>> Si veo el encendedor tal vez, solo tal vez tenga una oportunidad... <<<, pensé

El ambiente era extraño, a pesar de que había algo de iluminación por las ventanas, también había algo de oscuridad, en ciertos rincones. Los dos no pronunciamos palabra alguna por un momento, levanté las manos y las coloqué encima de la mesa; una forma de mostrarle que no iba hacer algo...por el momento. Bertram terminó su cigarrillo y lo puso en el cenicero, movió sus labios con disgustó antes de sonreírme.

—Entonces...—le dije con claridad

Él levantó las cejas.

— ¿Entonces qué, Liz? —inquirió

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