Capítulo 10: La confesión

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Will me llevó a comer ese jueves, a la hora del almuerzo y él estaba muy alegre por eso. Era un día rutinario, yendo a trabajar y me encontraba bien; si se podía decirlo de algún modo. Lucas, Chad, Will y yo teníamos el turno del día de hoy, los demás tenían cosas que hacer o intentaban tener un tiempo para ellos. Papá por fin iba a comprar la nueva/usada camioneta y Will quería llevarme a comer. A pesar de que Michael estaba concentrado en el asunto de la "nueva camioneta", también estaba al pendiente de mí después del sábado, llegando y de una vez vomitando. Mi papá lo disimulaba pero sabía que estaba preocupado por mí. El clima estaba un poco húmedo y fresco, porque había llovido desde temprano esa mañana, era veintitrés de enero y faltaba poco para que terminara y llegará febrero. Ni siquiera tenía dos semanas desde que Rick y yo nos encontramos de nuevo y pactamos nuestro trato con un beso. Hice una mueca y suspiré.

Podía oler el aire; húmedo, fresco y mojado pero había claridad en el cielo. Las nubes de tormenta se habían ido. A pesar de la lluvia, había actividad y personas en las calles. Yo me sentía cómo un espectáculo, porque de verdad parecía uno. Will había insistido en llevarme a comer, y me estaba llevando arrastras, agarrando mi muñeca y llevándome, a dónde él quería arrastrarme.

¡William! —exclamé, mientras me llevaba. Algunas personas nos veían o preferían ignorarnos. Resoplé. — ¡Will! ¿A dónde vamos?

Will estaba feliz y me miró, encantado. Se rio.

— ¡A Reggie's, Liz! ¡Vamos! — me dijo y me guiñó el ojo. Me llevó con más velocidad, y yo trataba de no caerme.

El lugar dónde él me llevaba, lo conocía por su buena comida, especialmente la comida italiana. Hice una mueca. White Rose no era un pueblo grande, pero tenía lo suyo. Y aunque no había muchos restaurantes, tenía lo suyo y Reggie's era una de esas cosas. Quedaba lejos de la ferretería, y aunque era más fácil con la camioneta, (aunque no la teníamos a la mano) Will quería ir caminando y yo me opuse.

***

Finalmente Will dejó mi pobre muñeca, cuando llegamos después de caminar algunas calles. Él respiró agitado pero estaba contento, y no sabía por qué; lo miré extrañada mientras frotaba mi muñeca.

—Uy, Liz— se disculpó, algo entristecido mirando mi muñeca. — Lo siento, a veces olvido lo fuerte que soy ahora —se rio.

Hice una mueca y suspiré.

—De acuerdo—le dije. — Recuerda que tú pagas, ¡porque tú me estás invitando! ¿Recuerdas, eh?— lo miré mientras abría la puerta y entrábamos.

Pero cuando di un paso hacia adentro, sentí una descarga. Cómo una sensación por toda mi columna, un escalofrío. Y lo sentí, cómo una sensación de que algo andaba mal. Cómo si algo estuviera al acecho. Entonces, pude oler la loción de Will, y noté que estaba frente de mí. Mirándome con una expresión preocupante.

— ¿Estás bien? — me preguntó.

Tocando mi pecho, lo miré y rápidamente, fingí una sonrisa.

—De maravilla — afirmé y le guiñe el ojo.

— ¿Segura? — inquirió arqueando una ceja

Hice un mohín y mascullé:

—Sí. ¡Vamos!

Will hizo una mueca y se encogió en hombros. El lugar estaba lleno, pero fuimos rápidos al pescar una mesa, nos sentamos mirando alrededor. Había gente, música, chillidos y el olor a comida. Lo miré y me sonrío. Sus ojos marrones me examinaban y su cabello oscuro estaba con las puntas hacia afuera, y su piel era color marrón suave, cómo un bronceado. Hace unos días se había puesto aros en la ceja izquierda. Eso me llamó la curiosidad, y le pregunté por qué. Solo me guiñó el ojo y me contestó: "Quería hacer un cambio, pequeña" Me reí por eso. Will era Will sin importar qué.

Renacimiento © ✓Where stories live. Discover now