Capítulo 22: Noctámbula

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Lo primero que sentí, fue el hedor del alcohol para heridas y automáticamente, levanté la mano quitándola de mi nariz. Gemí y escuché un suspiró. Parpadeé unas veces, antes de darme cuenta de lo había pasado: me había desmayado en el porche. Maldije e intente levantarme, me frote los ojos y miré que estaba en el sofá y estaba adentro de la casa. Casi todas las luces estaban apagadas, menos las luces de la sala y el televisor encendido. Estaba con un programa sin volumen. Escuché mi nombre y miré hacía la voz.

Era mi papá. Me estaba observando, con detenimiento. Y noté que todavía tenía su ropa de trabajo, y era obvio que me había estado esperando. ¡Mierda! Suspiré y lo miré. En la mesa de café había una botella de alcohol para heridas y algodón.

—Te desmayaste —murmuró con seriedad.

—Sí—respondí y sentí que no estaba la chaqueta de Sean. Y empecé a mirar dónde estaba. Miré hacia mi izquierda en el sofá, y ahí estaba.

Respiré y miré a Michael. Fruncí el ceño y su bigote se movía. Conocía muy bien a mi padre; algo estaba mal pero la pregunta era qué. Se sentó frente a mí en un sillón, sin dejar de mirarme. Tragué y vi un vaso de agua, cerca de una de las mesitas de noche. Me estiré y lo tomé. Bebí un poco y Michael me esperó. No había dicho nada. Terminé el vaso y exhalé. Levanté la mirada hacia él.

— ¿Papá? ¿Qué ocurre...?

Michael se levantó y me miró con seriedad. Alcé un poco la mirada, porque estaba sentada.

— ¿Papá?

Respiró y apretó las manos.

— ¿Qué significa esto, Elizabeth? —preguntó con rigidez pero no había molestia. Sentí un estremecimiento, cuando dijo mi nombre. Algo andaba muy mal.

Tragué saliva.

— ¿Qué cosa, papá? —inquirí y me senté en el sofá.

Exhaló y abrí los ojos cuando me mostró un celular. Mi celular. ¡Oh, no! ¿Acaso había visto los mensajes? Y de nuevo, mi corazón estaba cómo un tren en mi pecho, cuando pronunció:

— ¿Por qué no me contaste que te acosaban?

Cerré los ojos un momento, inhalé y los abrí mientras exhala.

—No supe cómo, papá —murmuré

Michael levantó una ceja.

—Liz, si es alguien del pueblo que te está molestando, nosotros...—empecé a decir y yo gemí

— ¡No! —exclamé y me moví en el sofá. Respiré. — No, papá, no es alguien del pueblo. Creo que son los Les Royals...—murmuré.

Michael me observó sorprendido.

— ¿Qué? —inquirió. — ¿Los Les Royals? ¿Aquí? ¿En White Rose? —dijo elevando un poco la voz y me empezaron a temblar las manos

—No estoy segura, papá—respondí, con algo de miedo. Respiré. No quería perder el control. —Creo que son ellos.

Michael resopló y miró el celular.

— ¿Crees que sean ellos? —me preguntó

Incapaz de hablar, asentí y extrañamente, quise agarrar la chaqueta de Sean y ponérmela. Mi papá tenía una expresión de confusión, cómo si creyera en mis palabras. Era obvio que había mirada los mensajes, ¿quién más podría ser?

—Papá, tú mismo miraste los mensajes y las fotos—repuse. — ¿Quién más puede ser? Y te confieso que antes pensaba que era Rick, pero luego con lo de las fotos en los correos que consiguieron, conecté todo y lo pensé —le respondí temblando. —Son ellos—pronuncié y me abracé a mí misma.

Renacimiento © ✓Where stories live. Discover now