Capítulo 31: Realidad y fantasía

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Sabía que Ethan estaría desnudo, así que espere que fuera a cambiarse de ropa, cerca de los arbustos. Salí pero espere mientras él se su ropa pero aparecía estar más interesado en su celular. ¿Acaso estaba esperando un mensaje o llamada? Quizás. Ethan se había dado la vuelta, así que estaba de espalda, así aproveché su descuido para ir hasta él. Dije su nombre y se giró para verme. Toqué la punta de mi trenza, solo por ansiedad. Me mordí un labio, cuando él frunció el ceño, mirándome y dejando en el bolsillo de sus limpios pantalones su celular.

— ¿Liz? —inquirió. — ¿Pasa algo?

Suspiré y me arme de valor.

—Ethan, quería agradecerte por el entrenamiento de estos días —repuse.

Ethan hizo una expresión, como si estuviera confundido por mis palabras.

—Sí, por supuesto —repuso. —Me gusta entrenarte—comentó encogiéndose en hombros.

Ethan caminó hacia la casa, pasando a mi lado y rápidamente, sujeté su brazo y él me miró.

—Ethan, se porque odias a los vampiros —murmuré sin vacilar. Suspiré y solté su brazo. —De verdad, lo siento por tu familia y espero, que algún día encuentras al...monstruo que lo hizo

—Joel es un idiota por abrir su gran boca —masculló y tocó con gesto de cansado, la sombra de una barba. — Ese imbécil...

Reaccioné ante eso.

—Yo no culpes —comenté pero vacile. —Él me contó un poco de su vida y yo fui la que le pregunté de tú vida.

—Mmm —repuso Ethan y levantó una ceja. —No quiero compasión...

— ¡Lo sé! —intervine con rapidez. —Solo...quiero entender. Por favor. —murmuré

—Escúchame, Liz —repuso. —No todos los vampiros son Cleo, Sofía o Rick, hay algunos que solo ven a los humanos como alimento y les importa si es un niño, una mujer o alguien indefenso, los verdaderos vampiros...son unos monstruos —señaló con dureza. — Ellos mataron a mi familia — masculló.

Miré la expresión de dolor y furia en sus ojos. Y por un instante, noté que no había nada de humano en ellos. Tragué saliva.

— ¿Quieres entrar? — preguntó él.

Negué con la cabeza, pero sugerí ir al porche. Ethan empezó a moverse y fui detrás de él. Ya el efecto placebo del helado se había ido y maldije, cuando llegamos al frente de la casa y nos sentamos en los escalones del porche. Por suerte las luces estaban encendidas y el poco a poco, un mundo de oscuridad, estaba llegando ante nosotros.

—Te diré la versión corta, ¿de acuerdo? —anunció Ethan y asentí con la cabeza.

Él suspiró y frotó su cabello marrón.

—Creo que sabes, por Joel, que nací y crecí en Eureka, Montana —comentó. Suspiró. —Tenía a mi familia, mis padres y hermano, Garret, pero también estaba mi tío, por parte de mi padre. Su hermano mayor, Jason. Mi papá y él se llevaban bien; mis abuelos murieron cuando los dos eran jóvenes y se criaron en casas de acogida. Cuando crecieron, fueron a otras casas, pero años después se encontraron y volvieron a ser hermanos.

Ethan hizo una mueca y se aclaró la garganta

—Pero cuando tenía doce años, una noche mis padres y mi hermano, fueron asesinados por Seivias —repuso él con dureza, pero en sus ojos había dolor. — Fueron vampiros

Murmuré su nombre pero él levantó la mano para callarme.

—Déjame terminar, Lizzie —suspiró —Yo fui el único que sobrevivió, y mi tío Jason me salvo. Él era un Hombre Lobo y me mordió aquí, para que pudiera sobrevivir. —me explicó y señaló su hombro derecho. Suspiró y añadió: —Luego de eso, me fui a vivir con él. Jason me enseñó todo lo que se sobre los vampiros, él era un poco loco, quizás chiflado pero tenía razón en una cosa...

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