Capítulo 13: La telaraña

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Era miércoles y era febrero. Quería estar tranquila pero no lo estaba. Después del último mensaje no había recibido más, era bueno y al mismo tiempo, malo. Muy malo y no sabía qué hacer. Y además, de los mensajes tenía otro problema: mi papá. Debí haber pensado en que Joel le avisaría a Michael, sobre lo que me había pasado en la tienda y todas las alarmas de mi papá se dispararon. Sabía que él estaba subiendo por las noches a mi habitación y ver cómo estaba. Me había dado cuenta de eso, porque pude oler su loción. Era un aroma inconfundible porque también, se había apegado en la almohada. Michael estaba preocupado por mí. Suspiré. Ame la familia que mi madre, Axel y yo habíamos formado desde que era una niña; pero también amaba esta familia. Y a pesar que perdí a mi madre, en una etapa importante de la vida, tuve que seguir avanzando.

Trabajé ese día junto a Chad, Will, la mirada vigilante de mi papá y extrañamente, Ethan también. Ethan a veces venía o se iba un rato por ahí y aunque Michael parecía molestarse respecto a eso, mi papá no hacía mayor cosa por regañarlo. Y pensé en las palabras de Zack, me había dicho antes sobre Ethan. "A él lo educaron en otra manada diferente, antes que llegara aquí pero tú papá lo aceptó" Y la frase, "No tiene a dónde más ir, Lizzie" Tal vez era cómo Will sobre tener su propia historia, pero él no era mi problema. Comí poco en el almuerzo porque quería correr de nuevo. Se le mencione a Michael y frunció el ceño. Literalmente, le rogué que le dejara salir a correr y que estaría bien; después de tantas súplicas y protestas por parte de los chicos, papá me dejó irme temprano. El clima estaba muy bien hoy, aunque también parecía que podría llover más tarde, pero de igual manera, no me importaba. Me cambié la ropa de trabajo por una más cómoda para correr, y aseguré mi cabello con una coleta alta y apretada. Will fue muy amable en encargarse de la mochila con mi ropa y le di un beso en la mejilla. También, me comentó entre murmullos que me hablaría de cómo le estaba yendo en el chico con quien salía. Eso me hizo sonreír.

***

Estaba corriendo en el lado contrario al pueblo, no estaba en la parte histórica ni tampoco en la parte costera. Solo correría unos cuantos kilómetros adentro del pueblo, le daría la vuelta y regresaría de nuevo. Tenía mi celular conmigo pero no quise escuchar música y asegurado a mi pantalón de ejercicio, tenía un pequeño gancho que sostenía una botella de metal con agua. Empecé caminando y poco a poco empecé a trotar. Estaba concentrada en correr por tres razones: primero, estaba haciendo ejercicio. Segundo, necesitaba distraerme con algo y tener la mente alejada. Y tercero, necesitaba bajar de peso, ¡porque los pantalones de mezclilla no me entraban!

>>> ¡Demonios! ¡Will tenía razón sobre que estaba aumentando de peso! <<<, pensé

Controlaba mis respiraciones, mientras iba por la acera y después dejé las aceras y fui por el borde de los caminos. Era peligroso pero no golpeaba con alguien, —cómo ya me había pasado—y estaba cautelosa por cualquier cosa y no me había puesto los audífonos. Escuché mi celular, me detuve cerca de una parada de autobuses y lo miré. Era un recordatorio de cumpleaños. 6 de Febrero: Cumpleaños de Axel e hice una mueca. Flexione mis brazos y salte un poco, mientras miraba la pantalla. Hacía tiempo que Axel dejó "cumplir" años pero un hábito difícil de olvidar y para él tampoco fue sencillo. De igual manera, le enviaría un correo para felicitarlo o haría un video llamada por la noche. Sentía el sudor correr por mi espalda, nuca, pecho y la frente. Miré la hora, era temprano y solté un resoplido y continúe corriendo. Corrí un buen rato. Los autos pasando, uno que otro chillido, maldiciones o ruidos por ciertas partes del pueblo. Y pronto, llegué hacia algunas casas, algunas eran viejas con colores desgastados, otras con toques más modernos y otras con algo más sutileza, de colores vivos; varias de ellas me eran conocidas: la casa de los Palmer, los Rowland. La casa de Ellie y Lacey estaba hacia dos calles arriba. Entonces, me detuve en la vieja casa de los Murphy y la miré. Era vieja de color rosa, con arbustos frente a la acera. Me sorprendía que alguien hubiese comprado la casa y que viniera a vivir para acá y según los rumores los nuevos dueños habían pagado el precio completo, por la casa. Y nadie sabía quiénes eran.

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