CAPÍTULO 24

169 23 2
                                    

Los párpados de Caleb lucharon por cerrarse una vez más ante la terca insistencia de su cabeza. Los cabeceos sobre la cama donde se encontraba Rachel eran cada vez más frecuentes.

Llevaba dos días inconsciente tras el incidente en la Cámara del Cónclave. La habían trasladado a la enfermería en la ciudad, donde Caleb velaba sin descanso. Nunca la había visto tan tranquila, sin preocupaciones ni angustias. Incluso se permitió algunas caricias en su mejilla, cuando se aseguraba que nadie los observaba. Su padre tenía otras responsabilidades, pero venía cada que podía.

Se enderezó por enésima vez, buscando no caer presa del sueño, la miró de nuevo, en la misma posición donde la habían recostado, respirando al mismo ritmo de siempre, su cabello rojo tan brillante como siempre, su rostro lleno de vida. Caleb soltó un suspiro y sumergido en un dulce ensueño, víctima de las historias que leía desde que era niño, cuentos donde el príncipe despertaba a su bella doncella con un mágico beso de amor verdadero, historias mágicas de heroicos caballeros que vencían dragones para salvar a la princesa de sus garras, la besó.

Con delicadeza, acercó sus labios a los de Rachel, dulcemente, apenas rozándola, reviviendo cada momento a su lado. Luego se apartó, sintiéndose algo tonto por la idea de que pudiera despertar, pero feliz por primera vez en mucho tiempo y así, con una sonrisa en el rostro, se fue quedando dormido.

Rachel se incorporó algunas horas más tarde, despertando a Caleb en el proceso.

-Caleb, ¡un mapa! Necesito un mapa, una carta de navegación aérea y todos los instrumentos que me consigas, y a mi padre. ¡Ahora!

-¿Qué pasa, te sientes mejor?-preguntó, mirando el extraño brillo que emanaba de sus ojos y la marca de su cuello.

-¡No hay tiempo! ¡Trae lo que te pedí, ahora!

Caleb salió corriendo de Enfermería y buscó a Alaric, luego prosiguio a reunir todo lo que ocupaban para trazar una ruta, o lo que Rachel al parecer pretendía.

Una hora más tarde, Rachel examinaba todos los documentos y hacia comparaciones y mediciones.

-¡Aquí!-exclamó, mientras se paraba de la cama con el mapa y lo clavaba en la pared. Luego tomó una tachuela y marcó un punto de lo que antes era el sur de Francia.-Aquí debemos buscar al Nexo.

-¿Cómo lo sabes, qué hay allí?-preguntó Caleb, mientras Alaric inspeccionaba los cálculos y la referencia de la Carta Aérea de Navegación.

-Exactamente en una semana, la ciudad de París recorrerá este punto y debemos entrevistarnos con una mujer, ella nos dará el Nexo.

-¿Pero cómo lo sabes?

-No puedo explicarlo, pero es como, si lo supiera. Cuando estuve inconsciente por el líquido de la esfera, soñé muchas cosas. Y ahora la información brota por si sola.

-Todo esto se está tornando de lo más raro.--dijo el padre de Rachel.-Busqué el símbolo que se formó en tu cuello, Rachel.

Rachel se llevó la mano al cuello instintivamente tocando la marca con sus dedos. El delicado relieve formaba tres espirales unidas a un centro y desde donde continuaban líneas hasta la mano. El brillo estaba atenuando.

-Se llamaba Triskel, en la antigüedad era usado por un pueblo, llamado los celtas. Representaba el principio, el fin y el tiempo.

-¿Y por qué la esfera me marcaría con ese símbolo?

-Eso no lo sé.

-No importa, debemos hacer los preparativos para el viaje cuanto antes.

Tres días más tarde, con Rachel completamente recuperada, el Charlie Blue se disponía a surcar los cielos otra vez, ahora equipado con un cañón de partículas ligero, desarrollado por científicos de la Biblioteca. Su capitán también se hallaba de gala, una nueva chaqueta azul marino y bordada con el águila engranada, además de nuevos artilugios.

Toda la ciudad salió a despedirlos y pronto, se encontraban nuevamente en el aire. Tenían cuatro días para llegar a París.
La ciudad tenía fama de trasladarse aleatoriamente, sin seguir una ruta delimitada. Recelosa de los extranjeros, era dueña de un poderoso imperio comercial que realizaban todas sus transacciones por ella y le permitían gozar de la abundancia, a costa de sus subordinados.

Su flota era igualmente conocida por ser peligrosa, en el pasado había tenido varios choques con los barcos de Londres y Serandi.
Pero como un oscuro espectro, la Mano Negra los encontraría, tarde o temprano.

SKYLANDWhere stories live. Discover now