CAPÍTULO 36

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El Charlie Blue voló en medio de la densa neblina y el humo de los dos galeones.-¡Aquí vamos!—dijo Caleb, apretando los dientes y acelerando a su máxima capacidad.Rachel y Bernard pudieron observar claramente a los hombres en las cubiertas de ambas aeronaves, observando al Charlie Blue surcar el aire entre ellos. Muchos pararon sus armas y se dedicaron a observar.En menos de un minuto se hallaban ya lejos del peligro. Todos soltaron el aliento con una carcajada nerviosa.-Jamás vuelvo a hacer algo como eso. —dijo Caleb, riéndose.--¿Lo perdimos?—preguntó, sin mirar atrás.Rachel observó la bruma por algunos instantes, y nada parecía salir, la distancia se acrecentaba y relajó un poco los hombros, cuando un objeto similar a una aguja cortaba la densa bruma. Un humo negro parecía salir de él, y su velocidad no era tan grande como antes, la Lanzadera.-Sigue aquí.-Maldita sea. —dijo Caleb. —No hay lugar a donde huir, y ya nos tiene a rango de tiro. —al instante proyectiles provenientes de la Lanzadera impactaron el Charlie Blue. Lafe tosía, cubierto de hollín, el trayecto para seguirlos le había resultado costoso y no consiguió esquivar un par de proyectiles. El motor despedía un asqueroso humo negro y la velocidad no regresaba a la velocidad anterior. Pero sonrío y los dientes blancos contrastaban con su manchada piel, estaba más cerca que nunca y los disparos podían impactar.Su dedo se movió al gatillo y las ametralladoras de la Lanzadera hicieron un ruido sordo mientras disparaban en contra de su presa. Se detuvo, también debía cuidar la munición.-Eres mío esta vez. —dijo, riéndose, demente y cegado por la adrenalina del conflicto. -No se detendrá. —dijo Caleb.—Nos quiere muertos.-¿Qué estás planeando?—preguntó Bernard.-Tengo una idea. —respondió, sin añadir más. Suavemente viró a su aeronave, acercándose a una de las últimas plataformas de la gran ciudad aérea de París. Pequeña, apenas un puesto de reabastecimiento y negocios fronterizo antes de enfrentarse al largo trayecto sin paradas hasta encontrarse con algún otro enclave. El conflicto había hecho estragos, pero el frente ya se había movido a zonas más centrales, nadie prestaba atención aquí.-No se detendrá.—repitió.-Caleb, ¿qué estás pensando?—dijo Rachel.-Lo perderé, ustedes bajarán aquí. Ya no hay peligro, para cuando termine la batalla, estarán seguros aquí. -¿De qué hablas? ¡No te vamos a abandonar!—dijo Rachel, lágrimas empezaban a asomar por sus ojos.-Tiene razón, Rachel.-¡Rápido, tendrán unos pocos segundos para bajar del Charlie Blue!—dijo Caleb, mientras los edificios empezaban a delinearse y hacía un suave descenso.-¡Caleb, no! ¡No me hagas esto!—exclamó Rachel, abrazándolo mientras lágrimas corrían por sus mejillas. -Siempre estaremos juntos, Rachel. —dijo, mientras abría la puerta y el aire inundaba la cabina.—Te veré pronto, es el Destino. Bernard tomó a Rachel por la cintura y se aproximó a la puerta. Dio un último vistazo a Caleb.-Cuídala Bernard. —le dijo, girando su rostro.-Daría mi vida, tienes mi palabra. Hasta pronto, muchacho. Caleb asintió. El Charlie Blue hizo un descenso final y el techo de un edificio apareció a pocos metros.-Ahora Bernard.-Suerte y gracias. —dijo por último, y saltó de la aeronave con Rachel en sus brazos. Caleb cerró la compuerta y el aire volvió a comprimirse, una solitaria lágrima corrió por su mejilla, reflejando el brillante Sol del cielo.-Suerte, Bernard.Luego aceleró y pronto los dejó atrás. Un hombre y una mujer miraban abrazados desde el tejado de un edificio en ruinas, el sonido de combate se escuchaba lejos, como una tormenta alejada, en el centro de la ciudad. El hombre era bastante mayor, considerando la edad de la chica, probablemente un padre o un tío. Ella colocaba su cabeza en su pecho y se limitaba a sollozar; él, tenía la mirada perdida en el firmamento, viendo a una solitaria nave realizar su último vuelo. En el costado se leía un nombre, Charlie Blue. Aproximándose, un único cilindro oscuro, como un mortífero aguijón solitario. El Charlie Blue se detuvo y valientemente se preparó a encarar a su persecutor, con el poco poder de fuego que disponía, si caía sería con honor. La Lanzadera esquivó fácilmente sus disparos mientras se aproximaba vorazmente a su presa y en menos de un instante, abría fuego contra la otra nave, indefensa y torpe en comparación. El fuego inundó la aeronave mientras el combustible se quemaba e incendiaba todo a su paso. Pronto, una bola infernal se precipitaba al vacío, un último gran vuelo como un ángel caído de su gloria, llevándose consigo a la Lanzadera, sin combustible y sin forma de mantenerse en el aire, como dos animales enfrascados en un combate a muerte. La estela continuó, incluso minutos después de caídas las dos naves. El hombre no podía dejar de mirar y apretaba con más fuerza a la mujer, que seguía decidida a cerrar los ojos.-Terminó. —dijo el hombre, mientras la voz se le quebraba.La mujer se soltó de él y se limpió las lágrimas con la manga de su chaqueta. Un tenue brillo salía de las marcas en su brazo y cuello.-Bien, tenemos que ir a la Biblioteca cuanto antes. —dijo, mientras contenía sus emociones.-Lo que tú digas, Destino.

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