CAPÍTULO 8

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-Hace como doscientos años, un hombre de ciencia llamado Sir Thomas Berkeley se hallaba experimentando con tecnología cuántica.

-¿Tecnología cuántica?—preguntó interesado Caleb.

-Es tecnología de los Ancestros, los viejos humanos. Creo que son de portales y cosas por el estilo.

-Excelente, continúa.

-Bien; en cierto momento de sus investigaciones, Sir Thomas lo consiguió.

-¿Qué consiguió?

-Abrir un portal por supuesto. —Rachel continuó. —Sir Thomas decidió atravesarlo y se encontró con una enorme bóveda a oscuras. No sabía dónde se hallaba y el portal se cerró a sus espaldas. Se quedó atrapado en la oscuridad, sin contacto con el mundo exterior.

En cierto momento, una poderosa luz iluminó la cámara y se encontró en un inmenso espacio de paredes metálicas con una enorme puerta al frente. Avanzó cuidadosamente y logró abrir el portón. Así es como llegó a la Biblioteca.

Tiempo después regresó y se llevó a un grupo de hombres para que la protegieran y también estudiaran los conocimientos, así fundó a los Centinelas.

-¿Y cómo es por dentro?

-Lo lamento, pero deberás descubrirlo por ti mismo, sólo a pocos se les revela el interior de la Biblioteca. —le mencionó Rachel.

-De acuerdo, me queda claro. Pero tengo una duda.

-¿Cuál?

-¿Cómo llegaste a la Biblioteca? ¿Qué trabajo haces para ellos?

Rachel cerró los ojos una vez más, intentando recordar. Caleb pudo ver como una sombra cruzaba su semblante.

-No quiero hablar de eso.

-Vamos, no puede ser tan malo.

El silencio reinó durante algunos segundos.

-¿Y qué hacías en el Azote?

-Yo estaba con los Centinelas, pero hacía viajes de manera encubierta, dependiendo de lo que el Cónclave mandara.

-¿El Cónclave?

-Son aquellos que estudian el conocimiento guardado en la Biblioteca. 

Me fue encomendado buscar un objeto, lo encontré  y viaje hasta Nantucket, donde me capturaron los piratas. Hasta que te atacaron y pude escapar.

-¿Y qué objeto era?—preguntó Caleb.

Rachel se incorporó, buscó en uno de sus bolsillos y una cara de ansiedad cruzó su rostro. Comenzó a registrase y su cara denotaba preocupación.

-¿Buscabas esto?—dijo Caleb con sarcasmo, mientras sostenía una pequeña esfera de metal plateado y liso.

Rachel lo miró por un momento y su cara se serenó.

-Dámela.

-¿Por qué habría de hacerlo?—dijo, mientras admiraba la belleza de la esfera.

-¡Dámela!

-Creo que muchos pagarían una gran cantidad por poseerla.

-¡Esa esfera es más importante que el simple dinero! ¡Podría ser la clave de nuestra salvación!

-¿De qué hablas?—por primera vez, oír de salvación había despertado algo en el interior de Caleb. Una esperanza.

-Llévame a la Biblioteca, lo sabrás allí y te podrían pagar una jugosa cantidad. Eso es lo que quieren siempre los de tu especie, dinero.

Caleb reflexionó por un instante, dinero e información, justo lo que necesitaba.

-De acuerdo, te llevaré.

Rachel extendió la mano, intentando tomar la esfera que aún tenía Caleb.

Rápidamente, Caleb guardó la esfera en su bolsillo antes de que Rachel pudiera alcanzarla.

-Pero yo guardaré esto, hasta que lleguemos a la ciudad. Será mi garantía.--dijo.

Una mirada de furia cruzó por la mirada de Rachel.

-Muy bien.

-Ahora, ¿Por qué no te cambias?

Rachel se miró las ropas, sucias, rotas y viejas debido a su encierro.

-Creo que hay algo acorde a ti en el Nivel Inferior. —dijo, señalando a la escalerilla y volviendo al timón.

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