CAPÍTULO 30

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Salieron a la calle, el frío de la mañana golpeó sus rostros y Anatoli los guió hacia una casa abandonada.

A pesar de haber neblina, una gigantesca sombra se hallaba sobre el puerto, al parecer aproximándose a ellos. No era una ciudad, se desplazaba demasiado rápido.

-¿Qué diablos?-empezó a pronunciar Caleb, cuando el objeto atravesó el manto de nubes y sus formas se hicieron visibles.

Anatoli rápidamente lo jaló dentro del edificio.

Se asomaron por una ventana del segundo piso y lo que vieron los sorprendió.

Una gigantesca aeronave, más grande que cualquiera que hubieran visto surcaba el cielo ante sus ojos.

-Por Dios. -mencionó Anatoli.

El barco poseía cinco niveles, con innumerables cubiertas entre ellos. Sus motores generaban un intenso sonido al momento de elevarse y poseía su propia escolta de aeronaves más pequeñas.

En la parte inferior sobresalía una media esfera de cristal oscurecido.

-El Mensajero-aclaró Rachel.

-¿Qué cosa?

-La nave. Una auténtica maravilla.

-¿Quién la pilotea?-preguntó Caleb.

-Lord Danaguer Bathorn, es su buque insignia, el orgullo del Protectorado de Neápolis. Recorre el mundo para invitar puertos independientes.

-Es magnífica. -dijo Anatoli.

-Es terrible, dentro se producen innumerables conspiraciones de la Mano Negra y sirve como base de operaciones. Bernard está allí. -exclamó Rachel con furia.

Uno de los hombres de Anatoli hizo señas desde el techo de enfrente.

-Están descendiendo hombres de reconocimiento, dudo que con una razón, probablemente vienen a investigar. Si tenemos suerte, se irán. -interpretó Anatoli.

-Me iré con ellos. -dijo Rachel inmediatamente. -Tengo que sacar a Bernard.

-Debes estar bromeando.-dijo Anatoli.

-No, yo ya estuve allí-respondió repentinamente, mientras su rostro se oscurecía y la luz se iba de sus ojos.-Y probablemente los hombres que atacaron tu puerto eran miembros de la Mano Negra regresando de una misión.


Anatoli únicamente frunció el ceño y volvió a mirar a la nave.

-¿Y cómo planeas que nos subamos exactamente?

-¿Nos?-le respondió a Caleb.

-Yo voy a donde tú vayas.

-Bien, muy fácil. Nos dejaremos capturar.

-Supongo que era obvio.

-Debo regresar, fue un placer y espero que nos volvamos a ver. -dijo Anatoli.

-Presiento que así será.

-Acaben con todos esos idiotas.-finalizó, luego se fue.

Regresaron al puerto, donde se hallaba el Charlie Blue junto a otras dos aeronaves con insignia negra.

Diez hombres armados recorrían el lugar, dos más salieron del Charlie Blue.

-Vacío, capitán. -señaló uno de ellos.

-¡Sigan buscando! ¡Presiento que están por aquí!-gritó otro, el líder.

Rachel se acercó a Caleb y le susurró.

-Dispárale con tu arma.

-¿Qué, por qué?

-Necesitamos un motivo, venga ¡dispara ya!

Caleb sacó la pistola, amartilló y jaló el gatillo.

La bala surcó el aire e impactó el pecho del soldado que bajaba de su aeronave.

-¡Eso va por subirse a mi nave!

Pronto, se encontraron rodeados y aprehendidos, siendo llevados al Mensajero con una sonrisa en el rostro.

Estaban a punto de aparcar cuando les pusieron un trapo con fuerte olor químico en la nariz y ambos perdieron el conocimiento.

Caleb tuvo breves destellos mezclados con un oscuro letargo, le parecía caminar por un largo pasillo sin fin, dirigiéndose a lo profundo de la Tierra, donde lo aguardaban hombres sin rostro que lo miraban desde estrados en lo alto.

De sus bocas no se pronunciaba palabra alguna, sin embargo escuchaba sus voces dentro de su cabeza, susurros en una lengua que no entendía y en los más diversos tonos.

Él también era incapaz de hablar e incluso de moverse, simplemente se hallaba parado, forzado a mirarlos y a escuchar los susurros de acusación en su mente.

El sonido acrecentaba más y más, también la rudeza y la urgencia de las palabras, le parecía que en ocasiones repetían la misma frase una y otra vez, demandándole contestar.

Pronto, pudo mover las manos, sólo para ver cómo estaban cubiertas de sangre que no sabía de dónde provenía.

Luego empezó a hundirse, sin poder hacer nada más que mirar sus manos manchadas y escuchar los susurros de los hombres sin rostro.

Se hundió en la oscuridad con un grito desgarrador, pero inaudible.

Despertó empapado en sudor frío y en la más completa oscuridad, suspiró con alivio cuando se intentó mover, temiendo que su sueño fuera real y descubriendo que no estaba paralizado.

Intentó orientarse, se levantó de algo similar a un catre y palpó las paredes frías de metal. Un olor impactó su nariz, mezcla de orines y desechos humanos.

La celda parecía tener unos tres metros de largo por dos de ancho. La puerta era casi indetectable, pero una pequeña hendidura la delató. Trató de abrirla, sin éxito.

Tocó la puerta con los nudillos, sin respuesta. Luego repitió la operación en la pared a su derecha, intentando con clave Morse, algo muy útil como navegante.

"¿A-l-g-u-i-e-n-a-l-l-i-?"

"R-e-c-i-b-i-d-o" respondió la pared, con las manos de otro prisionero. Caleb se enderezó al escuchar respuesta.

"S-o-y-Ca-l-e-b" " ¿A-m-i-g-o?" preguntó.

"S-o-y-y-o" "B-e-r-n-a-r-d" respondió el otro prisionero.

Caleb se sobresaltó y alegró, Rachel tenía razón.

"V-e-n-i-m-o-s-a-r-e-s-c-a-t-a-r-t-e".

"¿R-a-c-h-e-l?"

"S-i"

"¿D-o-n-d-e?"

"N-o-l-o-s-e"

Se quedó en silencio, intentó hacer lo mismo con la pared del otro lado, pero no obtuvo respuesta, era probable que ni siquiera estuviera en el mismo nivel, ya ni digamos la celda contigua.

Era un milagro que tuviera a Bernard a un lado.

"¿T-i-e-n-e-s-u-n-p-l-a-n?" le preguntó tras un segundo.

"C-a-s-i" le respondió Bernard. "P-r-e-p-a-r-a-t-e-y-n-o-m-e-d-i-s-t-r-a-i-g-a-s."

SKYLANDOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz