CAPÍTULO 5

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Caleb observó cómo Rachel subía la escalinata y cargaba el arma con habilidad.

-¡Colócate en la popa!—le gritó.

La joven obedeció y Caleb volvió a mirar el panel de control a su izquierda, y jaló una gran palanca.

De inmediato, una serie de mecanismos comenzaron a moverse, las ruedas dentadas y las cadenas comenzaron a girar y una pequeña sección de la parte trasera del casco comenzó a separarse, dejando al descubierto una pequeña plataforma de disparo.

-¿Lista?—preguntó Caleb mientras volvía a girar la cabeza.

-Lista, espero que tu maravilloso plan funcione.

-Bien, ¿tienes buena puntería?

-Quizá…

-Ok, eso bastará, ahora en aproximadamente treinta segundos, el Azote aparecerá a un costado nuestro, completamente al descubierto.

-Muy bien, ¿a qué debo dispararle?—preguntó Rachel ansiosa.

-Junto al motor de estribor, ubica una pequeña válvula que conduce el vapor y hace girar el motor.

-¿Debo dispararle? ¿No está cubierta siempre?

-Cabe la casualidad que en esta nave no. —Caleb dijo con una sonrisa maliciosa y miró su reloj de pulsera.

-¡Quince segundos! ¡Cuando dispares, entra a la nave lo más rápido que puedas!

Rachel apuntaba a las nubes, sin rastro alguno de la nave.

-¡Diez segundos! ¡Solo hay una oportunidad! ¡No falles!—le animaba Caleb desde el timón, al frente.

La lluvia golpeaba con fuerza y no dejaba ver bien. Mojaba y humedecía todo.

-¡Cinco segundos!—Rachel redujo su ritmo respiratorio y se concentró lo más que pudo.

-¡Tres!

Sólo dos más. Su corazón estaba tranquilo y sus manos completamente firmes.

-¡Dos!

Colocó su dedo en el gatillo

-¡Uno!—grito Caleb, y al instante la inmensa aeronave salió de las nubes y se colocó a una corta distancia encima de ellos, a estribor.

“Maldita sea, tenía razón” alcanzó a pensar.

 Luego un disparo surcó los aires. El retroceso la tumbó.

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