CAPÍTULO 10

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Unos pocos días después, Schiffsgeist fue avistado por Caleb. Conforme se aproximaban, poco a poco las líneas de la ciudad se hacían más firmes. 

Más aeronaves comenzaron a moverse, la gran mayoría de pequeños cargueros o basureros dirigiéndose a vender los desperdicios útiles que hallaban en la Atmósfera Inferior. 

Los basureros se acostumbraban a resistir los gases, más corpulentos que la mayoría y solitarios siempre que podían.

Los puertos basureros tendían a estar en el límite entre la Atmósfera Superior y los fétidos y contaminados gases de abajo. Por ello eran pocilgas mugrientas y oscuras. Comerciaban siempre con puertos de aire más limpio y de ellos obtenían alimento principalmente, que escaseaba comúnmente entre ellos.

Una hora después, se logró divisar a Schiffsgeist por completo. Caleb la sobrevoló para tener un vistazo claro del lugar. Era bastante imponente.

En la parte inferior, junto a los enormes Dirigibles de Flotación que permitían volar a las enormes estructuras, se hallaban los puertos de comercio, donde se compraban y vendían las mercancías. Atestado de igual forma con las casas de los pobres, tabernas y posadas mugrientas, llenas de borrachos. La maquinaria de residuos y reciclaje se hallaba también allí.

Era común que las ciudades pequeñas fueran construidas por niveles, alrededor de una inmensa aguja estructural central, siendo el nivel ubicado en el centro, el más grande y destinado a la población en general y a la vida diaria, y en el centro, la gigantesca bobina de Tesla que repartía energía como el corazón a un cuerpo.

También se hallaban los invernaderos y jardínes de la ciudad, que suministraban la comida.

En el nivel superior y muchísimo  más pequeño, se hallaban los ricos y los dirigentes.

Caleb entonces descendió y amarró en un pequeño aparcadero. Ambos saltaron a la estructura de metal y caminaron por algunas pequeñas escalinatas hasta la estructura propiamente dicha.

Se tocó el bolsillo para comprobar que la esfera siguiera en su lugar. Era realmente inverosímil que los Bibliotecarios quisieran ese minúsculo objeto, y que fuera importante para ellos.

Un toqueteo lo sacó de sus pensamientos.

-Andando.

-¿Qué sucede?

-Debo ir a ver a alguien.

-Pero acabamos de llegar.

-No importa, es muy urgente. Y lleva la esfera.

Se enfundó el cuchillo también, por si acaso.

Rachel comenzó a guiarlo al interior de la plataforma, atravesaron estrechas callejuelas llenas de humo y oscuridad. A cada esquina se hallaban mercancías y hombres cargando y descargando. Otros, hacían negocios de intercambios.

El panorama fue mejorando hasta llegar al Elevador. Ubicado en la aguja estructural, permitía el ascenso hacia los otros dos niveles.

Su estructura era parecida a un inmenso tubo de cristal transparente, una puerta permitía el ingreso desde el andén, a una de varias plataformas de color cobrizo, con engranajes que impulsaban el movimiento entre varias de ellas.

En caso de ser necesario, varias de las plataformas podían combinarse en una de mayor tamaño y mover materiales de dimensiones que sobrepasaban a las estructuras.

Ambos abordaron una de ellas, junto a otros recién llegados a la ciudad y algunos residentes que se dirigían a los niveles superiores.

Las puertas se cerraron con un estruendo y poco a poco, el sonido de engranajes moviéndose unos con otros, comenzó a llenar el ambiente. 

La plataforma comenzó a subir, maravillándolos con una hermosa vista de los puertos y la magnificencia de los buques mercantes. 

Poco menos de 100 metros de altura los separaba, así que a pesar de la lentitud de la estructura, pronto llegaron a la parte superior.

La estructura cesó de moverse y un sonido de vapor abrió las puertas y la masa de gente comenzó a agolparse en la entrada, aquí la estación era mucho más grande. Caleb comenzó a moverse, pero un rápido movimiento de Rachel hizo que se detuviera.

-No bajamos aquí. —le susurró.

De nuevo, otro grupo de personas, mucho más reducido y con una evidente mayor clase social subió a la plataforma. No pudieron evitar las miradas de repudio, ahora viajaban a la parte del poder.

Las puertas se volvieron a cerrar y comenzaron a subir, teniendo otra maravillosa vista del Nivel Intermedio, casas, jardínes e invernaderos alumbrados por la luz del poderoso astro rey.

Era mucho más grande que el anterior, y tardaron una mayor cantidad de tiempo en ascender completamente. 

La poderosa luz del Sol comenzó a entrar conforme llegaban a la estación y unos momentos después, las puertas de cristal se abrían a una lujosa estancia con un enorme vitral en el techo. Damas y caballeros muy bien vestidos contrastaban con la sucia vestimenta de piloto de Caleb y Rachel. 

En la entrada, un caballero de amplio bigote y chaleco color rojo los detuvo.

-¿Identificaciones?—pregunto armoniosamente en lengua angla y un elegante tono de voz.

-Venimos a ver a Bernard Aquiles. —le respondió Rachel.

-Disculpe señorita, pero no tenemos autorización de dejar pasar a nadie sin autorización o acompañante. 

Rachel se inclinó al oído del hombre y le susurró unas cuantas palabras inaudibles. El hombre mostró un rostro de sorpresa.

-Mis más sinceras disculpas, pasen por aquí por favor. 

Ambos fueron a dar a una bella calle adoquinada, con jardines a ambos lados, casi vacía y extremadamente tranquila. Casas enormes se hallaban esparcidas alrededor. 

Algunos pocos coches de tiro se hallaban aparcados cerca de una caseta, los caballos mecánicos se hallaban inmóviles, a la espera de la chispa que los regresaría a la vida. Decidieron rentar uno, dado que no sabían dónde se hallaría cuán lejos se hallaba Bernard Aquiles.

Se movieron tranquilamente en varias calles. El cochero, dijo llamarse Pierre y que venía del sur. Era bastante alegre y charlaba acerca de todo.

Caleb divisó un  enorme edificio que sobresalía por encima de todos. Pierre lo identificó, la alcaldía.

Al parecer los alcaldes eran siempre residentes del Nivel Superior, y en muy rara vez del Nivel Intermedio.

También dijo que a él le daban un permiso especial para poder trabajar aquí y que era muy afortunado.

Un giro ocultó de vista a la alcaldía y pronto, se detuvieron en una casa muy elegante, cercana al borde de la plataforma. Ambos bajaron y se detuvieron frente a la vivienda, una atmósfera de serenidad la rodeaba. Abrieron la reja de metal y entraron. 

SKYLANDWhere stories live. Discover now