CAPÍTULO 6

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Por una ventanilla pudo ver que el motor estaba sufriendo un desperfecto y el denso humo negro comenzaba a llenar el aire alrededor del barco, imposibilitado de avanzar. Lo había logrado.

-Buen tiro, pero no ha terminado todavía, aún pueden seguirnos—le dijo Caleb.

-Bien, ¿Que sigue ahora?

-La siguiente parte es más peligrosa, pero nos desharemos de esos piratas para siempre. —expresó Caleb sin rastro alguno de misericordia en la voz.

Dejo el timón por un momento y rápidamente corrió a un pequeño contenedor de metal brillante.

Volvió al cabo de un par de minutos con dos extrañas mascarillas de color café. Parecían muy antiguas y cubrían el rostro en su totalidad. Poseían una protuberancia al frente, donde debería ubicarse la boca.

Rachel pareció recordarlas de algún lado.

-¿No son…?—dijo con cuidado.

-Mascarillas de gas, las necesitaremos.

Caleb regresó al timón y le entregó una mascarilla a Rachel.

-¡Colócatela! ¡Rápido!

La joven obedeció y pronto, ambos estuvieron respirando a través de la máscara que filtraba el aire.

-¡Sujétate! ¡Se están acercando! ¡Pase lo que pase! ¡Sujétate!

Caleb apagó los motores y el silencio inundó la cabina. Luego activó otro interruptor y válvulas comenzaron a expulsar el gas del gigantesco globo que los mantenía en el aire. Se comenzó a almacenar en tanques para su uso posterior.

El descenso empezó gradualmente, cada vez más rápido. Ambos se sujetaron fuertemente para evitar golpearse con las paredes y los objetos. Rachel se aferró a una saliente de la estructura.

No había manera de saber si los piratas todavía los seguían.

Rachel de pronto se encontró aterrorizada, al ver que Caleb no hacia ningún ademán de volver a encender los motores. De nuevo se precipitaba hacia el negro vacío.

La caída duro algunos segundos, que parecieron eternidades. No estaba segura, pero le pareció que gritaba fuerte, aunque el sonido quedaba ahogado por el ruido del viento golpeando el metal de la nave.

Pronto, el martirio terminó y el gas almacenado comenzó a llenar el globo de nuevo. La nave fue frenando gradualmente y pronto se pudo levantar con libertad.  Caleb aún se hallaba en el puesto del piloto.

El frío inundó la cabina y de pronto, la luz se hallaba debilitada y el aire se vició con un horrible olor a combustible quemado y químicos.

Un vasto páramo gris, cubierto por completo de una densa capa de negras nubes donde refulgían los relámpagos. Esqueletos de viejos edificios todavía se alzaban en pie y los derruidos caminos en ocasiones se vislumbran en medio de la gris ceniza. La Superficie.

-¿Sorprendida?—interrumpió la voz de Caleb.

-Sí, nunca sospeche que todavía era navegable por aquí, a excepción de las naves de los basureros.—dijo a través de la máscara-

-El viejo Charlie Blue todavía tiene sus trucos bajo la manga—respondió Caleb, dando unas palmaditas a la pared metálica que tenía a su lado.

Un estruendo sacudió el entorno, Caleb miró a través de su máscara, mientras la gran masa del Azote penetraba a través de las nubes.

-Tranquila, podemos con ellos.

-¿Acaso parezco asustada?

-Sólo decía.

Caleb maniobró su aeronave a través de las derruidas ruinas, maniobrando por viejas vigas y estructuras de acero.

El Azote los divisó y puso manos a la obra, siguiéndolos, como un gran animal cazando a una pequeña presa escurridiza.

La espesa niebla les servía para ocultarse momentáneamente, y para mantenerse lejos del alcance de los cañones de partículas.

Rachel encontró un viejo catalejo de mar en un compartimiento de la cubierta y apuntó con él a través de su mascarilla, al monstruo que los perseguía.

Pudo vislumbrar a los crueles piratas intentando mantenerse alertas y despiertos frente al contaminado aire. Sin éxito.

Las mascarillas servían de barrera contra el venenoso aire, capaz de hacer perder la conciencia en minutos e incluso, causar la muerte.

Pero la mente se le fue nublando, los pensamientos se iban mezclando, alcanzó a ver como uno a uno, caían desmayados en la cubierta, hasta que la gran bestia se precipitó contra un antiguo esqueleto negro de lo que alguna vez fue un gigantesco rascacielos. Luego perdió el conocimiento.

Un estruendo hizo que toda la tierra temblará y el antaño orgulloso aerobarco se encontraba en la tierra, sus enormes motores se incendiaban y las calderas se encontraban estallando debido a la inmensa presión.

-¡Ha caído!—exclamó Caleb lleno de júbilo por detrás de la máscara. -¿Qué opinas ahora eh?—preguntó al cabo de unos segundos. Sin respuesta.

Caleb se volvió y observó a Rachel en el suelo, convulsionándose. Supo de inmediato lo que se trataba y se precipitó a ayudarle. La arrastró por la escalerilla. Aquello era malo.

Le quitó la máscara y observó sus ojos carentes de expresión y su cuerpo intentando respirar, sin éxito. Una cortada le recorría la frente, sangraba.

-¡Aguanta!

La recostó en una de las literas.

Inmediatamente buscó su equipo médico y le revisó el pulso, mientras introducía su cara a una mascarilla conectada a un tanque de oxígeno.

Su respiración se normalizó, vendó la herida y volvió a la cubierta.

Tardaría un rato en despertar.

SKYLANDWhere stories live. Discover now