CAPÍTULO 20

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Me tarde un poco, pero aquí está finalmente. :D

Se enderezó poco a poco, mientras apartaba las manos de sus orejas lentamente. Sin embargo, no había palabras.

Se hallaban dentro de un gigantesco recinto abovedado, más grande que cualquier cosa que hubiera visto. El suelo era de un material muy oscuro, pero liso y brillante.

A su alrededor, en distintos círculos concéntricos, enormes estanterías y archivos de varios cientos de metros se alzaban desde el suelo hasta el techo. Su forma era extrañamente curva, brillante y pura. En ellos se apilaban innumerables libros, antiquísimos rollos y obras de arte de muy diversos tipos. Pero no era lo único. Había espacios muy grandes que contenían extrañas máquinas de las más diversas formas, máquinas que en su vida había visto.

No estaba silencioso ni tranquilo, se respiraba una intensa sensación de vida, mientras numerosos hombres y mujeres ataviados con vestimentas blancas o con armaduras recorrían el lugar.

No se limitaban al suelo. Dentro de las mismas estructuras nativas, se hallaban construida una compleja red de edificaciones, pasarelas y elevadores adheridos, que al parecer servían como estudios, lugares de búsqueda, consulta y reunión. Sin embargo, todo convergía en una esfera perfecta de cristal hallada justo sobre su cabeza. Junto a la pulcritud de los archivos, el metal cobrizo que usaban para desplazarse parecía bastante sucio y tosco.

-Cierra la boca Caleb, comienzas a verte extraño. -le dijo Rachel con una risilla.

-Andando, no estamos en visita turística, debemos ver al Cónclave. -les apremió Kyra.

-Estaré por aquí, si me necesitan. -les mencionó el doctor Stanley mientras se alejaba rumbo a la estructura.

Kyra los guió hacia una escalerilla que ascendía algunos pocos metros. Caleb no pudo evitar acercar el brazo a la pared de uno de esos gigantescos estantes, se sorprendió por lo fría que estaba.

Luego recordó la esfera que aún guardaba en su bolsillo y la palpó, la temperatura era idéntica.

-Lo que ya estaba aquí fue nombrado como los Archivos. -le explicó Rachel, sacándolo de sus pensamientos. -A lo que construyeron los descendientes de sir Thomas, le decimos la Red. La Biblioteca es todo esto que ves.

-¿A dónde vamos?-preguntó Caleb.

-Como Kyra dejó en claro, iremos a ver al Cónclave. Allá arriba. -contestó, señalando la esfera de cristal.

Inmediatamente subieron el primer peldaño, era sorprendentemente ancho.

Cada vuelta y paso era una maravilla y un impresionante espectáculo visual.

El ascenso continuó durante varios metros, y cuando se hallaban cerca de la mitad del trayecto, de pronto un sonido etéreo surcó por el aire.

Era suave pero poderoso a la vez, digno de escucharse durante años y años sin cansarse.

-Observa-le dijo Rachel sonriendo como una niña.

Mientras el sonido retumbaba dentro del complejo, una rápida línea de luz salió de la esfera de cristal y golpeó uno de los Archivos, pero en lugar de detenerse, siguió su camino, recorriendo caminos invisibles hasta perderse en la lejanía.

-¿Qué fue eso?-preguntó asombrado Caleb.

-Ya lo verás.

Por fin, tras una larga marcha, subieron un último peldaño y se encontraron con la colosal esfera de cristal.

Una aparente entrada invisible era custodiada por dos Centinelas. Dentro, se lograba distinguir un cuidadoso anfiteatro con alrededor de 40 escaños y en el centro una extraña figura poligonal oscura siendo manipulada por un hombre que no se alcanzaba a distinguir.

Kyra se presentó ante los hombres y les susurró una orden, luego giró y señaló a Rachel, aún vestida como contrabandista.

Ambos asintieron y uno de ellos colocó su mano en el cristal, al instante una fina línea comenzó a separar un marco y pronto una puerta se hallaba ante ellos.

Caleb, Rachel y Kyra entraron, el exterior no era muy diferente del interior y Caleb se sintió extremadamente nervioso al observar al hombre en el centro de la esfera, sumamente concentrado en el polígono.

Era viejo, una barba grisácea le llegaba hasta el pecho y su pelo canoso hace tiempo que había cedido ante la calvicie. Vestía un manto oscuro con el símbolo de águila dorada en el centro. Empuñaba un cetro conformado de muchos engranajes moviéndose entre sí.

-Sabía que estaban aquí, él me lo advirtió. -dijo, mientras les daba la espalda.

Luego se giró y Caleb pudo ver sus ojos, misteriosos y profundos.

-Señor, este es Caleb...el explorador. -presentó Rachel mientras dudaba un poco.

-Bienvenido a la Biblioteca joven Caleb. Mi nombre es Zachariah Berkeley, Inquisidor de los Centinelas, guardián de la Biblioteca y descendiente directo de Thomas Berkeley.

-¿Cómo sabe mi nombre?

-El Inquisidor debe conocer a profundidad su Biblioteca. Ahora, si me disculpan, debo convocar al Cónclave.

El viejo se apartó de ellos y manipuló los instrumentos del complicado polígono, que emitió una extraña luz y a continuación la canalizó fuera de la esfera.

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