· T r e s ·

74.4K 7.2K 2.6K
                                    

Para contar la historia que nos unía a Jax DeLuca y a mí, necesitaría prácticamente una novela entera

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Para contar la historia que nos unía a Jax DeLuca y a mí, necesitaría prácticamente una novela entera. Una a la que, si fuese escritora, llamaría "Una Perfecta Equivocación".

Porque fue precisamente eso lo que nos unió.

¿Sabéis el juego de "a quién besarías, con quien te casarías y a quién matarías"?

Pues bien, yo lo hacía con mis amigas. Y Jax era justamente la persona a la que mataría, porque me había llamado piojosa cuando tenía doce años y, con ello, marcado mi primer día escolar de instituto.

Sin embargo, cuando quise contestar a mis amigas por whatsapp, me equivoqué y mandé el mensaje a chat grupal del curso, por lo que todos mis compañeros se enteraron. Incluidos los tres chicos.

Fue horriblemente vergonzoso, aunque gracias a ello descubrí que las personas no son siempre lo que parecen.

Y que Jax, además de ser insufrible, también tenía una parte increíblemente divertida y adorable.

La parte de la que me acabé enamorando, a pesar de su continuo uso del mote "piojosa" para referirse a mí. Algo que también daría para otra historia.

Tony paró el coche poco tiempo después de la playa, delante de unas puertas de maderas talladas, con decoración de flores gastadas y las iniciales D y B talladas en ella.

La D era de DeLuca, y la B de Bianchi, el de soltera de su madre.

Nos bajamos del coche, con las maletas arrastrándose tras nosotros, y caminamos por el sendero. En realidad, apenas habíamos atravesado aquellas pesadas puertas (que necesitaban un buen barniz), antes de que una señora alta y delgada, con una suave melena plateada que ondeaba al viento, apareciese a lo lejos.

Y corriendo.

Quiero matizar el corriendo, porque esa señora, si mis cálculos no fallaban, debería tener unos setenta años. ¿Cómo era posible? ¿Sería la comida italiana? ¿El aire? ¿El vino?

—¡Antonio! —Exclamó.

Todos nos quedamos quietos, comenzando por Tony. Ahí supe que se refería a él.

Mientras ella terminaba de avanzar, yo me fijé un poco más en la hermosa casa que aparecía ante nosotros, al fondo.

La pared era de una piedra gastada hermosa, con dos pisos más el tejado. Una hiedra verde surgía desde abajo, trepando sobre las rejas de las ventanas y perdiéndose en el segundo piso. Entre eso, las farolas altas y oscuras dignas de película, el camino de arenilla que llegaba a la finca, y los árboles y vegetación que rodeaban el jardín, me sentía como en una película antigua de Hollywood.

Por todos los santos, aquel lugar era precioso.

Il mio bellissimo Anonito —suspiró la mujer, llegando hacia nosotros.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now