· V e i n t i d o s ·

69.6K 6K 3.9K
                                    

Si soy sincera, eché de menos a mi tía bastante más de lo que esperaba

Oops! Ang larawang ito ay hindi sumusunod sa aming mga alituntunin sa nilalaman. Upang magpatuloy sa pag-publish, subukan itong alisin o mag-upload ng bago.

Si soy sincera, eché de menos a mi tía bastante más de lo que esperaba.

Me di cuenta entonces de que, aunque pasaba los días con Angelo, Chiara y ocasionalmente Jax, desayunábamos juntas y nos contábamos las aventuras vividas durante el día en la cena. Ahora solo hacíamos videollamada, y no era para nada lo mismo.

Pero tampoco se trataba del fin del mundo, y no me lamentaba de mi decisión de quedarme, en especial cuando por fin pusimos fecha para el viaje a Venecia: la primera semana de agosto.

¡No podía aguantar las ganas!

Otra cosa que sucedió durante esos días, fue que Jax decidió cumplir con su palabra, y se presentó a uno de los entrenamientos que Angelo y yo hacíamos.

En realidad solamente se trataba de la cuarta vez que accedía a correr con él, y en la última me quedé en el tercer kilómetro con una bajada de tensión en la que él tuvo que llevarme en sus hombros hasta la casa. Se preocupó mucho, pero mejoré con rapidez cuando la Nonna, tras reñirle por salir a hacer ejercicio cuando todavía hacía mucho calor, me dio chocolate, agua y unas galletas.

Se ve que solo necesitaba azúcar.

—¿Estamos listos?

Apreté la goma que recogía mi cabello queriendo contestar un gran "no" a la pregunta de Jax. Había presumido de correr la última vez, cuando era una mentira. Una tan obvia que estaba segura de que él ya lo sabía, y esperaba verme fallar y quedarme sin aliento a los cinco minutos de empezar a trotar.

Lo que seguro pasaría.

Por otro lado Angelo hizo un gesto afirmativo y se acercó a su primo para chocar las palmas. Justo después, los dos empezaron a correr.

¡Ni siquiera me hicieron una señal!

Gruñí por lo bajo, porque yo misma me había metido en aquel lío, y los seguí a través del jardín de la casa, directos hacia la salida.

Empecé a notar la falta de oxígeno al pasar por la puerta, cuando no llevábamos ni dos minutos trotando. Salimos al camino de grava, y tomamos la cuesta hacia arriba para seguir por la pequeña ladera de la montaña. Pequeña en coche, porque cuando vas corriendo te parece demasiado empinada.

Tras cinco minutos ya estaba sudando y sufriendo como si mi corazón fuese a estallar... y Jax y Angelo tan tranquilos, unos tres metros por delante, hablando y haciéndose bromas. Apostaba mi amistad con Isabella a que, de no ser por mí, irían por lo menos medio kilómetro más allá.

Empecé a ser consciente de mis propios jadeos a los quince minutos de correr, mientras el corazón me martilleaba demasiado acelerado en los oídos. Algo nada atractivo, la verdad, porque respiraba de una forma muy desagradable, como si el alma se me fuese a salir por la boca.

Quizás lo haría. A aquellas alturas de la vida, nada me sorprendería.

No supe por qué razón Jax paró: quizás el hecho de que yo me quedase rezagada de ellos por al menos diez metros, o por cómo se me escuchaba respirar con fuerza. Pero lo hizo y se volvió hacia mí. Poco después también Angelo.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon