· C u a r e n t a & C u a t r o ·

50.7K 5.2K 1.6K
                                    


· N A R R A  J A X ·

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




· N A R R A J A X ·


Angelo tenía razón de estar enfadado conmigo.

La Nonna se había ido, y yo no llegué nunca a tiempo de despedirme. Porque cuando aparecí, tras una noche sin responder a las llamadas y mensajes... era demasiado tarde.

Como si la vida quisiera darme una lección.

Como si un karma horrible estuviese vengándose de mí.

"Cuando sientas que tu vida irá bien, te daremos una hostia en toda la cara".

No solo había contestado mal a Nonna antes de irnos. También había decidido dejarme llevar. Olvidar el dolor que podría traer para ambas partes el decirle a Olivia como me sentía e intentar algo con ella...

Y cuando decidía que debía intentarlo, la Nonna...

Ni siquiera podía decirlo.

Ella no.

Otra persona más a quien amaba no.

Por favor.

No podía con todo aquello.

Quizás fuese una tontería.

Tal vez solo estuviese en mi cabeza.

Y sabía que no era la única persona sufriendo, pero...

¿Era todo culpa mía?

No tenía sentido, pero era incapaz de ser racional en aquel momento.

Me dejé caer sobre el sofá de plástico que chirriaba cada vez que te movías y daba demasiado calor, sobretodo a finales de verano. Me encontraba al final del pasillo. Al otro lado se encontraba mi familia, pero no soportaba más estar con ellos. Olivia me había acompañado un tiempo, pero le pedí que fuese a ver cómo se encontraba Angelo. Quería estar solo un momento.

No, lo necesitaba.

Estar en aquel lugar, despidiendo a La Nonna, en el que no dejaban de pasar gente que apenas conocía y me daban sus condolencias...

Solo quería volver a casa. A esa cocina donde la Nonna me había enseñado a cocinar. A la sala decorada como a ella le gustaba y los cristales impolutos de las ventanas.

Al olor que dejaba a su perfume cada mañana al salir de la habitación.

Las paredes de piedra que ella convirtió en un hogar. Y no solo eso. Consiguió que lo siguiera siendo durante muchos años.

Incluso ahora que ella ya no estaba, algo me decía que continuaría sintiéndolo como mi hogar. Que todos lo haríamos.

—¿En qué piensas?

Me volví hacia mi padre mientras tomaba sitio a mi lado. Esta era la segunda vez que pasábamos juntos por la despedida de un ser querido, y sabía que compartía mi aversión a los tanatorios. Él también querría estar en casa.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora