· D i e c i s é i s ·

72.4K 6.4K 2.1K
                                    

—¿No tienes nada que contarme?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¿No tienes nada que contarme?

Dejé el vaso de agua sobre la mesa y me volví hacia mi tía. Habíamos salido a cenar al jardín de la casa, solamente Tony, ella y yo. Jax dijo que había quedado y no quiso unirse.

Fruncí el ceño y subí los pies a la silla, inquieta. De nada serviría mentir y hacer como si no entendiese de qué me hablaba. Había esperado a que Tony se levantara a llevar platos y traer el postre para preguntarme.

Y, aún así, mentí.

—En realidad, no —dije.

Despacio, mi tía agarró la copa de vino y se la llevó a los labios. Todo el tiempo sin perder la sonrisa, como si en realidad disfrutara secretamente del momento. Cuando la dejó de nuevo sobre la mesa, presionó.

—Entonces, ¿Jax y tú huyendo solos por Roma para pasar el día, solo fue eso?

Asentí con la cabeza.

Más y más mentiras. Y mi tía parecía notarlo.

—Ya veo... —murmuró con suavidad—. ¿Solamente dos amigos pasando el día?

Volví a asentir, y abracé mis piernas con más fuerza. Sabía que mi lenguaje corporal me delataba, pero era un tema que no quería afrontar.

—Es extraño, porque me daba la sensación de que ya no os llevabais bien —continuó, y apreté los labios con incomodidad—. Lo entiendo, tuvisteis algo que no llegó a funcionar, pero siempre dicen que donde fuego hubo, cenizas quedan.

Abrí los ojos y solté una de las piernas, que cayó hacia un lado de la silla. Observé a mi tía como si se hubiese vuelto loca.

—No quedan cenizas —repliqué.

Eso le hizo reír. Estiró el brazo hacia mí, hasta posar la mano en mi rodilla. Estaba fría.

—Olivia, nosotras no nos mentimos —me dijo, en un tono muy calmado para mi gusto—. Además, te conozco desde que eras una niña: te he criado. No puedes mentirme. No sabes hacerlo.

Agh.

Lo peor es que tenía razón.

—Cuando vinimos a Italia estaba un poco nerviosa por ti —confesó, dándome más tiempo para decirle la verdad—. Por si lo pasarías mal viendo de nuevo a Jax.

Abrí la boca con sorpresa. Como nunca me dijo nada, había dado por hecho que mi tía no tenía ni idea de todo lo que había sucedido. Solamente se habría dado cuenta de cómo nuestra relación se había enfriado... y ya.

—Pensé que no lo sabías.

—Te lo he dicho: a mí no puedes mentirme.

Me sonrió con suficiencia, y yo sacudí la cabeza.

Por supuesto que lo sabía.

—Está todo bien, tía —dije después de unos segundos, sin dar mi brazo a torcer—. De verdad.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now