· V e i n t i c i n c o ·

58.5K 6.5K 4.9K
                                    

*Narra Jax

*Narra Jax

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No.

Mierda.

Mierda.

Mierda.

Atisbé el bañador negro de Olivia y a ella, flotando sobre una ola antes de hundirse nuevamente en el agua ante la atenta mirada de todos los presentes, que no sabían qué demonios hacer.

Creo que gruñí mientras avanzaba a zancadas en el agua. Pasé cerca de mi primo, que seguía ahí parado como un idiota, tumbado en el agua, mientras un brazo de Olivia se agitaba de forma macabra sobre la superficie.

¿Acaso no se habían dado cuenta aún de que estaba pidiendo ayuda, porque se ahogaba?

Sin querer perder más tiempo, me lancé con los brazos extendidos sobre mí, rompiendo la superficie del agua con mi cuerpo justo cuando llegaba una ola, e impulsándome hacia ella.

Llegué más tarde de lo que pretendía al sitio donde la había visto por última vez, pero ya no flotaba allí. Preso del pánico y con el corazón latiendo en mis oídos, me sumergí debajo del agua, abriéndolos para intentar buscarla. La picazón de la sal llegó a mis ojos, pero no me importó.

Mierda, Olivia...

Conseguí verla a través del borrón del agua, y sin pensarlo me lancé a por ella. Logré sujetarla del brazo y tirar de ella hacia arriba. Nada más nuestras cabezas rompieron la superficie de agua, volví su cuerpo frenéticamente hacia mí.

De primeras tenía los ojos cerrados y parecía dormida. Me asusté.

Me asusté muchísimo.

Sin embargo, a los pocos segundos comenzó a entreabrir los ojos y a hacer un sonido parecido a la tos, pero muy leve. Se estaba ahogando y tenía que sacarla de allí cuanto antes.

Ajeno a los llamados de mi primo y las miradas curiosas de los desconocidos, rodeé a Olivia entre mis brazos y tiré de ella hacia la salida, jadeando por el esfuerzo y con el corazón martilleando demasiado rápido.

En cuanto pude estabilizarme y el agua me llegó más abajo de la cintura, la tomé en mis brazos como a un bebé. Ya no hacía esfuerzos por toser y sus ojos se habían vuelto a cerrar.

Corrí hasta la orilla y la dejé caer en la arena, lanzando una mirada fugaz a mi alrededor. ¿No había ningún socorrista? ¿Dónde cojones estaban?

—Olivia —probé a decir su nombre, tocando su mejilla—. Olivia, ¿me oyes?

Su piel estaba fría y yo lamenté no saber de primeros auxilios.

Una presión punzante y enorme estaba comenzando a crecer dentro de mi pecho. No podía perderla. No para siempre. Me negaba a que eso pasara.

Angelo llegó, agachándose también a su lado.

—¿Está bien? —Preguntó.

Gilipollas. Estaba a tu lado y ni te habías dado cuenta de que se ahogaba. Pero mi rabia en aquellos momentos estaba escondida por el miedo.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now