· V e i n t e ·

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Algo estaba mal conmigo

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Algo estaba mal conmigo.

Tenía que estarlo.

Venir a Italia siempre había sido mi lugar de escape de los problemas. Cuando veníamos con mi madre, y ella aquí era mucho más feliz. Parecía sana.

Cuando vine una vez murió, y Angelo y Chiara me hicieron olvidarme por un momento del dolor.

Este verano, que serviría para olvidarme de Olivia. Porque no podía enamorarme de ella.

Solo que lo había hecho.

Italia me ayudaría a olvidarla, pero entonces ella llegó, y aunque traté de mantenerme alejado al principio, era imposible.

Siempre estaba allí, y siempre acababa pensando en ella.

—Es oficial, vamos a poner tu lasaña en el menú —exclamó una voz detrás de mí, sobresaltándome—. Si te parece bien, claro.

Fede caminó a mi lado mientras yo limpiaba la leche condensada que se me había caído sobre la encimera. Las horas en aquella cocina, practicando, aprendiendo, me ayudaban a encontrar un poco de la paz que tanto necesitaba.

Mi jefe me dio una pequeña palmada amistosa en el hombro cuando asentí.

—Sé que te vas en septiembre, muchacho, pero si cambias de opinión siempre tendrás un hueco en esta cocina.

Le sonreí y lancé el trapo de la cocina directo a la pileta. Sus intenciones eran buenas, pero no pensaba cambiar de opinión. Quería aquel viaje. Lo había planificado desde el primer momento en que me enteré de que tendría la furgoneta: de Italia a España. La misma ruta que hicieron mis padres en su luna de miel.

Y terminaría en el lugar donde mi madre pasó su infancia.

Después de ese, esperaba que llegaran muchos viajes más. Chiara había bromeado con que debía crearme un instagram y sacar fotos de los lugares que visitaba.

—Gracias, Fede, pero...

Dejé la respuesta en el aire, y él lo entendió. Más o menos.

—Por supuesto, es comprensible que prefieras trabajar en el restaurante de tu padre. He escuchado que es muy bueno.

Mierda, no. Eso sí que no. Pero no se lo dije.

Si algún día trabajaba en un restaurante, sería el mío propio. Eso lo tenía muy claro.

Mi padre era un chef excepcional, pero sus platos no salían de las recetas familiares tradicionales. Le gustaba el sabor puro de lo que había comido en su infancia.

A mí, en cambio, me gustaba más la fusión.

Casi le da un ataque cuando preparé un risotto con salmón teriyaki. Y aunque a malas admitió que estaba rico (porque en realidad era increíble), tuve que aguantar unos cuantos días de críticas.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora