· D i e c i n u e v e ·

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Definitivamente, Jax iba a la cena con los amigos de Tony

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Definitivamente, Jax iba a la cena con los amigos de Tony. Lo supe cuando, al salir de mi habitación usando un vestido que Gaia me había prestado, su puerta se abrió también.

Estaba en el camino que llevaba a las escaleras, y mientras mis pies avanzaban torpemente hacia ellas, vi cómo se alisaba una camisa blanca sobre unos pantalones oscuros. Era lo más cerca que trataba de estar arreglado.

No se dio cuenta de mi mirada sobre él hasta que estuve casi a su lado, mientras trataba de planchar con las manos la camisa. Adorable.

Cuando nuestros ojos coincidieron, me sonrió. Y mi corazón dio un vuelco.

Traté de disimularlo, pasando a su lado con la barbilla alzada y girarme al notar su mirada sobre mí.

Aunque apenas coincidía con sus primos pequeños más que en alguna cena, Gaia se había presentado en mi habitación junto con Sofía para enseñarme de la nada dos vestidos que podía usar en la cena con la familia amiga de Tony. Pensó que no había traído nada formal que usar, y había acertado.

De hecho, creía que con el mero hecho de asistir bastaría, pero cuando mi tía se ofreció a ir de compras conmigo a primera hora de la mañana para llevar algo que resultara "presentable", me asusté. Y decidí hacer caso a Gaia y Sofía.

De hecho, ellas me habían maquillado y peinado. Resultó extraño que unas chicas que no eran mis amigas, y tampoco mi familia, se encargaran de pasar un tiempo conmigo ayudándome y retocándome, pero estuvo muy bien.

Menos por las partes en las que me preguntaron por Angelo. No sabía cómo decirles que no estaba interesada realmente en él, y que mi corazón pertenecía desde hacía tiempo a su otro primo: Jax.

Sofía me había hecho una trenza de espiga preciosa, con cabellos sueltos por delante, que dejaba ver mi espalda a la perfección por el escote trasero que tenía el vestido que me había dejado Gaia. Tenía tirantes gordos, estilo griego, pero se unían por encima de mi cadera a la tela, que caía suave sobre mis piernas.

Por delante el escote era más disimulado, permitiéndome ir sin sujetador. Entre ambas me habían maquillado muy suave, con apenas crema solar de color para no dañar mi piel maltratada, un poco de rubor y brillo plateado en los párpados, acompañado de máscara de pestañas.

Me coloqué unos pendientes en forma de hoja de árbol que iban a juego con el vestido y que mi tía me había regalado hacia años, unas sandalias, y esperé en la habitación hablando con mis amigas hasta que tía Jenna me mandó un mensaje avisándome que ya salíamos.

Nuestra comunicación era así: estábamos en la misma casa pero hablábamos por mensaje. En el apartamento podíamos gritarnos, pero aquí era distinto. La casa era más grande, y no queríamos asustar a la familia de Tony.

Así fue que bajé las escaleras, para reunirme con ellos con Jax justo detrás de mí, y sintiéndome sumamente bella.

No sé si a todo el mundo le pasa aunque creo que a la mayoría sí: hay días donde te sientes como la caquita del whatsapp, feo y sin gracias. Y otros que es justo el extremo: despampanante. Gaia y Sofía me habían ayudado a sentirme así, algo que no me pasaba desde el baile de graduación.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now