· T r e i n t a & C u a t r o ·

60.8K 5.7K 3K
                                    

Mi mano recorrió el pecho desnudo de Jax, pasando por la forma de sus músculos, el suave vello en su pecho que bajaba en una línea por su ombligo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Mi mano recorrió el pecho desnudo de Jax, pasando por la forma de sus músculos, el suave vello en su pecho que bajaba en una línea por su ombligo... hasta perderse debajo de la fina sábana que nos cubría. La única que nos protegía en aquel momento.

Acabábamos de tener una sesión de sexo bastante buena en su habitación, que era notablemente más grande que la mía. Desde que su padre, mi tía y los padres de algunos de sus primos se habían ido, la Nonna redistribuyó las habitaciones, y ahora él tenía una con muchísima luz y buen tamaño... pegada a la mía.

No pensaba quejarme. Principalmente porque había decidido que, desde ese momento, utilizaría mi habitación más bien poco. Mucho menos para dormir.

Sobre mi mano el pecho de Jax se elevaba, expandiéndose, y volvía a bajar. Mis dedos comenzaron a juguetear con el piercing de su pezón y él se rió como si le hiciese cosquillas. Realmente me encantaba aquel momento que estábamos viviendo, tan tranquilos, sin que nadie nos molestase.

Siendo solo nosotros.

—Si sigues así me acabarás buscando.

La voz de Jax llegó divertida a mis oídos mientras mis dedos seguían enredados en su pendiente. Sonreí sin contenerme y me acerqué un poco más a él, casi enterrando la nariz en su rostro. Me encantaba su olor, fresco y atrayente. Mejor que muchos perfumes.

—¿Otra vez?

Me alejé de él lo suficiente para poder apoyarme en mi codo y mirarle con picardía. La sonrisa no tardó en brillar en sus ojos, arrugando su expresión de una forma encantadora.

—Contigo todas las que hagan falta —replicó.

Mi corazón aleteó drásticamente, pero yo misma le obligué a frenar.

No.

Con él no.

Ya habíamos pasado por ello, y no dejaríamos que volviese a suceder. El freno imaginario a mis sentimientos era brutalmente necesario. Disfrutaría del momento sin arrepentimientos gracias a él.

—Deberías volver a ponerte el de la ceja —comenté, llevando los ojos a ese punto exacto de su rostro—. Te quedaba muy bien.

Y me encantaba, pensé. Pero eso no se lo iba a decir.

Apretó los labios y despacio alzó la mano hacia su ceja. Pasó la yema de los dedos por el lugar que había tenido agujereado semanas antes, donde debería estar un piercing. Su expresión me dijo que él también quería volver a usarlo, así que decidí picarlo un poco más.

—O si te animas, también podrías hacerte uno en... —me quedé callada un momento, tratando de pensar en las palabras adecuadas—. Ese lugar donde todos en el instituto pensaban que ya tenías uno.

La sonrisa de pervertida no tardó en acudir a mi rostro, y me encontré a mí misma mordiéndome el labio para tratar de contenerla, pero fue inútil. Las cejas de Jax se alzaron mientras sus ojos traviesos se fijaban durante unos segundos de más en mis labios.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now