· C a t o r c e ·

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* El cap está sin corregir, perdón :(

A la mañana siguiente mi tía me despertó temprano

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A la mañana siguiente mi tía me despertó temprano. Angelo me había llevado a ver la apuesta de sol a una colina, y lo había hecho al mejor estilo de novela romántica. Preparó un buen picnic, con su manta, una botella de vino tinto, pan, queso y embutido para picar. Y la verdad es que fue perfecto y precioso.

Hablar con él era sencillo. Se notaba que era un chico tranquilo, y que había más en su interior que un simple musculitos italiano.

Cuando regresamos a la casa ya habían terminado de cenar, y mi tía y Tony me avisaron de que iríamos a visitar Roma por fin, al día siguiente.

Y eso nos llevaba a la situación donde me encontraba en aquel momento, en la que yo viajaba dentro del coche alquilado de Tony, con mi tía y él en la parte delantera... y Jax y yo en la trasera.

Habían discutido aquella mañana, porque Jax tenía planes de seguir trabajando en la furgoneta, pero su padre quería pasar tiempo en familia. No sabía cuánto podría verle una vez él regresara a casa y su hijo emprendiera el viaje por Europa.

Insistió hasta que acabó cediendo.

Aparcamos a las afueras de la ciudad, y después fuimos de excursión a través de las calles. Tony insistió en sacarnos unas cuantas fotos en el Coliseo, e incluso llegó a parar a unas personas para que saliésemos los cuatro. El resto, por suerte, fueron de la parejita feliz juntos.

Cuando llegamos a la famosa Fontana Di Trevi, cerca de la hora de comer y con el estómago ya rugiendo por culpa de la caminata, la encontramos llenísima de gente. Como casi todo en aquella ciudad.

Aun así, Tony fue apartando prácticamente a codazos a todos los turistas hasta llevarnos a una de las primeras filas.

—Poneos Jax y tú juntos, que os saco una foto.

Moví la cabeza un momento hacia él, hasta que nuestros ojos coincidieron, y rápidamente los aparté de nuevo.

—No hace falta —comenté.

—Hay demasiada gente —dijo Jax al mismo tiempo.

Tony puso un gesto de confusión en al cara, pero mi tía, que en seguida lo pillaba todo, asintió con la cabeza y tomó de la mano a su novio.

—Venga, tiremos una moneda al agua.

Desde nuestro sitio y rodeados de desconocidos, Jax y yo observamos cómo se abrían paso hasta la fuente. Esperaron un momento a que otra pareja se alejara y tomaron su lugar para tirar las monedas.

Mientras tanto, yo comenzaba a agobiarme ahí dentro. Sabía que Roma era una ciudad muy turística y llena de gente, pero en aquel lugar era demasiada. No hacía más que rozar contra desconocidos que se movían a mi lado.

Si alguien tuviese un virus, seguro que nos contagiaríamos todos y se formaría una pandemia mundial.

Una persona me dio un codazo para pasar, seguido otra un empujón, y choqué contra Jax, que estaba de pie a mi lado. Traté de mantenerme en equilibrio, pero volvieron a empujarme de nuevo. La protesta cayó en saco roto, hasta que sentí un brazo moverse alrededor de mi cuerpo, por la cintura.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now