· C u a r e n t a & U n o ·

60.2K 5.5K 2.4K
                                    


Llegamos al hotel para la hora de comer

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Llegamos al hotel para la hora de comer. Como estábamos a unos quince minutos a pie de la Fontana, dejamos las cosas y fuimos dando un paseo hasta allí. Compramos unos trozos de pizza enormes en una pequeña tienda que había en una callejuela, y los tomamos en unas mesas pegadas a la pared de piedra.

Después compramos un helado y miramos a toda la gente que tiraba monedas y se apelotonaba alrededor de la fuente, mientras un par de guardias llamaban la atención cada poco tiempo si se apoyaban donde no debían.

Había pasado un mes aproximadamente desde la última visita, y podía jurar que había incluso más personas en Roma que aquella vez, pero no me importaba. Las multitudes no me desagradaban del todo si me lo pasaba bien, aunque tuviésemos que hacer cola para entrar al Panteón o tropezase contra un par de chicas que iban igual de despistadas que yo.

Ir con mis amigos fue una experiencia completamente distinta a ir con mi tía y Tony. Lo cierto es que me divertí mucho más, aunque eso evitaría decírselo a la tía Jenna. Isa y yo nos sacamos unas cuantas fotos que mandamos a Carla y Heeijin, solo por dar envidia, e incluso conseguí unas pocas con Chiara y con Jax.

Caminamos bastante. Quizás demasiado. Solo regresamos al hotel para darnos una ducha y cambiarnos antes de salir de fiesta, que era el plan inicial.

Me puse un vestido que había comprado con Isa y con Chiara aquel día, con el conjunto de ropa interior. Chiara ayudó a Isabella a escoger la ropa, porque había traído todo su armario, y nos arregló el pelo a ambas mientras mi mejor amiga nos prestó su maquillaje.

Fue divertido pasar ese tiempo juntas, con música de fondo mientras nos dábamos consejos y piropos. Aunque más graciosa fue la escena en la que Isabella abrió la puerta a Angelo en ropa interior cuando nos apremió para irnos de una vez.

—O si quieres nos quedamos en la habitación —repuso él con picardía, llevando los ojos un poco más allá, hacia Chiara, que estaba aplicándose rubor en las mejillas—. Nos podemos quedar los tres.

Jax apareció pegándole una colleja por detrás y cerró la puerta, no sin guiñarme un ojo antes, para dejar que termináramos de arreglarnos.

Mi corazón dio un pequeño vuelco. De nuevo. Recordando el peluche.

Durante la excursión de la tarde con nuestros amigos se había mostrado muy cordial y agradable, sin mencionar nada del momento que habíamos compartido en su habitación, pero... no podía evitar darle vueltas.

Sacudí la cabeza y tomé los pendientes que Isabella me había prestado para usar esa noche. Simplemente estaba dándole muchas vueltas a la nada. Jax era muy detallista, como cuando encontró mi bicicleta, algo que no olvidaría en la vida.

Era una de esas personas que deberías cuidar como amigo.

Tomamos un tranvía hasta Trastevere porque, aunque estábamos cerca de Termini, desde donde Isabella tomaría el autobús al aeropuerto al día siguiente, caminando había más de media hora hasta allí. Y como los cuatro insistían en que era la zona por la que debíamos salir, yo no pude negarme.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now