Prologo.

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El joven pelinegro observaba el cielo oscuro, aquella noches las estrellas se encontraban ausentes, enorme nubes grises se cernían y detrás de ellas furiosos rayos rugían estremeciendo el firmamento.

Xiao Zhan sostenía fuertemente entre sus manos aquel collar de buey que había comprado con tanta emoción y que ahora no podía entregar, derramaba lagrimas mientras aspiraba la brisa húmeda y sentia como el frio de la noche traspasaba su piel hasta sus huesos.

Hoy se cumplen exactamente los 100 días de la muerte de Wang Yibo, 100 días desde que este decidió marcharse, soltando su mano y lanzándolo al viento, 100 días en los que ha pedido perdón tras perdón sin obtener una respuesta.

Su cuerpo se tambalea debido a la fuerza con que la brisa fluía, sus pies vestidos de zapatos negros de diseñador apenas podían mantenerse estables sobre aquel pequeño barandal. Bajó su mirada y observó la calle solitaria y húmeda, sonrió al pensar que había tomado la hora indicada ya que en aquel momento no habrían transeúntes ni vehículos que pudieran salir afectados, no quería dañar a nadie más, con el daño que había provocado era más que suficiente.

Volvió a observar el collar de buey en su mano y sonrió con amargura mientras sus lagrimas empapaban su rostro, luego levantó su mirada hacia el frente, respiró profundo, limpió sus lagrimas y esta vez sonrió con más intensidad.

- Yibo...¡Wang Yibo!.- Gritó con la voz quebrada.- Mi bebé...mi hermosa peonia blanca...mi amor...se supone que hoy tu alma finalmente trasciende a una nueva vida.- Mordió su labio.- Al menos eso dicen...que a los 100 días el alma emprende su viaje a lo que será su nueva vida y en verdad deseo que así seas...- Llevó el collar de buey a sus labios y lo besó.- Bodi...mi hermoso Bodi...espera por mi ¿De acuerdo? Iré a buscarte y te pediré perdón de rodillas hasta que me sangren y queden en los huesos.- Llevó el collar a su pecho.- Por favor...- Lloró.- Reconóceme cuando nos volvamos a encontrar.

Xiao Zhan cerró sus ojos derramando lo que serian sus ultimas lagrimas y como si fuera un ave la cual estaba a punto de emprender su vuelo extendió sus brazos, dejando que su cuerpo fluyera con la brisa.

Aquella madrugada mientras la mayor parte de los ciudadanos dormían en la tranquilidad de sus hogares un alma adolorida había decidido poner fin a su suplicio saltando del piso número 23 del complejo residencial que se encontraba situado en la avenida principal.

Xiao Zhan se lanzó al vacío mientras rogaba a los cielos y al alma de su amado por próximo reencuentro.

RETURNWhere stories live. Discover now