33 - Capítulo final

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Comprendió en un instante de lucidez que nada puede expiarse. Tarde o temprano, el tiempo y el pasado nos alcanzan. De nada servía esconderse. De nada servía correr. ~Camilla Läckberg.
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Media hora antes de lo que sería la batalla final, Grindelwald en compañía de Barty se aparecían a las afueras del pueblo guiados por una corazonada del primero. La noche había caído hace tiempo, las calles estaban en completa soledad, lo que les permitió avanzar sin ningún inconveniente. Minutos después se vieron de frente a una vieja casa, matorrales cubrían la entrada y daba la impresión de que en cualquier momento caería.

Gellert se fijó un instante en las casas vecinas, observando en la que vivió una de las mejores épocas de su vida, cuando tenía un mejor amigo, que pronto pasó a ser amante, cuando creaban planes, hechizos, ilusiones. La ventana por la que tantas veces escapó, por las que lechuzas traían cartas cada hora, pero fue un sueño, y como todo sueño al final tuvo que despertar. Planes acabados e ilusiones muertas.

— ¿Está seguro de que es aquí? —preguntó Barty inseguro haciendo que Gellert regresará al presente.

—Por supuesto, está era su casa —diciéndolo cruzó la verja de la entrada que se destrozó un pedazo. Una sensación pulsante se instaló en su estómago ¿estaba cometiendo un error?

Avanzaron en paso lento, parecía que la luz de las varitas era tragada por la casa, dejándoles en la tormentosa oscuridad.

—No me gusta nada esto —exclamó Barty, su voz resonó en la paredes a pesar de ser un susurro.

— ¡Maldición! —grito Gellert sintiendo la magia que se expandía—, Es un bastardo inteligente.

— ¿Qué sucede?

—Lo sabía, Dumbledore sabía que vendría aquí y nos ha tendido una trampa —su voz era calma, aun en la situación en la que se encontraban.

— ¿Qué es? —Barty volteo, en una esquina cercana a las escaleras unas velas se encendieron de repente, sombras espeluznantes tomaban forma.

Gellert se acercó, en el centro de una mesa era resaltada una nota en color rojo sangre. Un escalofrío lo recorrió al leer las palabras.

Soy invencible, la victoria es mía, adiós para siempre Gellert.
A. D.

Esa acción activo la trampa, gritos espeluznantes lastimaban sus oídos, las cosas se sacudían y el fuego se extendió, en cuestión de segundos quedaron rodeados por las llamas, estas tomaban distintas formas y los gritos pasaron a risas, risas que se burlaban de su trágico destino.

—La detendré el tiempo que pueda, salga de aquí Barty. —dijo sacando su varita, haciendo vagos intentos en alejar el fuego.

—No, déjeme hacerlo, salga usted.

—Estás loco muchacho, claro que no, eres joven, tienes toda la vida por delante.

—Ya no tengo motivos para regresar a casa, Voldemort conseguirá otros mortifagos, no me necesita, mis padres han muerto, el amor de mi vida fue asesinada por Dumbledore, nadie me espera. En cambio usted debe acabar con Dumbledore, júreme que le hará pagar sus crímenes con sangre —la resolución en los ojos del más joven informaba que era una decisión tomada, que no saldría con vida de allí.

—Lo juro muchacho.

Entonces actuaron, una barrera se formó a su alrededor contando con solo segundos para escapar si uno de ellos la sostenía, Dumbledore esperaba que Gellert llegará solo.

—Salga —grito Barty, Gellert lo hizo, abandonó el lugar por poco. La casa explotó a solo un instante de él salir, escombros caían a su lado. Los vecinos alertados salían de sus casas, encontrándose con la propiedad pulverizada y un hombre en el jardín, o quizás la última parte fue de imaginación, pues éste desapareció, dejando en su lugar un sacrificado.

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