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☀︎ ¦ CHAPTER 010.

« Carrera de tres piernas. »
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La culpa de todo la tenía Harley. Después de abordar la desaparición de Miranda Gardiner —«Como medida de precaución, no os acerquéis al bosque hasta que tengamos más información, por favor»—, Quirón llamó a la parte de delante al hijo pequeño de Hefesto para que explicase cómo se desarrollaría la carrera de tres piernas. Rápidamente se hizo patente que Harley había dirigido todo el proyecto. Y, francamente, la idea era tan horripilante que solo podría haber salido de la cabeza de un niño de ocho años.
Confieso que me perdí después de que explicó el concepto de discos voladores explosivos con sierra mecánica.

—¡Y harán: «ZUM»! —Se puso a saltar de emoción—. ¡Y luego, «ZAS»! ¡Y «PUM»! —Imitaba toda clase de desastres con las manos—. Tendréis que ser muy rápidos o moriréis. ¡Es alucinante!

Los otros campistas gruñeron y se movieron en sus asientos. Quirón levantó la mano para pedir silencio.

—A ver, sé que la última vez hubo problemas —dijo—, pero afortunadamente nuestros curanderos de la cabaña de Apolo pudieron reimplantarle a Paolo los brazos.

En una mesa del fondo, un adolescente musculoso se levantó y empezó a despotricar en un idioma que me pareció portugués. Llevaba una camiseta de tirantes blanca sobre su pecho moreno, y pude ver unas tenues cicatrices blancas alrededor de la parte superior de sus bíceps. Mientras soltaba juramentos a toda velocidad, señaló a Harley, los campistas de la cabaña de Apolo y prácticamente el resto de los presentes.

—Ah, gracias, Paolo —dijo Quirón, claramente desconcertado—. Me alegro de que te encuentres mejor.

Austin se inclinó hacia mí y susurró:

—Paolo entiende nuestro idioma, pero solo habla en portugués. Al menos eso dice. Ninguno de nosotros entiende una palabra de lo que dice.

Yo tampoco entendía el portugués. Atenea nos había sermoneado durante años sobre la conveniencia de que el monte Olimpo se trasladase a Brasil algún día. Hasta nos había regalado a los dioses unos cursos de portugués en DVD para las Saturnales, pero ¿qué sabrá Atenea?

—Paolo parece agitado —comenté. Will se encogió de hombros.

—Tiene suerte de curarse rápido: es hijo de Hebe, la diosa de la juventud, y todo eso.

—Te lo estás comiendo con los ojos —observó Nico.

—No es verdad —repuso Will—. Solo estoy evaluando lo bien que funcionan los brazos de Paolo después de la cirugía.

—Ja.

Paolo se sentó finalmente. Quirón enumeró una larga lista de lesiones que los campistas habían experimentado durante la primera carrera de tres piernas y que esperaba evitar en esa ocasión: quemaduras de segundo grado, tímpanos perforados, una distensión inguinal y dos casos de danza regional irlandesa crónica.
El semidiós solitario de la mesa de Atenea levantó la mano.

—Solo lo dejo caer, Quirón... Han desaparecido tres de nuestros campistas. ¿De veras es aconsejable hacer una carrera de obstáculos peligrosa?

Quirón le dedicó una sonrisa incómoda.

—Una magnífica pregunta, Malcolm, pero la carrera no llegará al bosque, que consideramos la zona más peligrosa. Los sátiros, las dríades y yo seguiremos investigando las desapariciones. No descansaremos hasta que los campistas desaparecidos sean encontrados. Mientras tanto, la carrera de tres piernas puede servir para fomentar el trabajo en equipo. Y también nos permitirá aumentar nuestros conocimientos del Laberinto.

THE TRIALS OF APOLLO Où les histoires vivent. Découvrez maintenant