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☀︎ ¦ CHAPTER 004.

« Ningún edificio

debería ser unsecreto para Apoloni echarle ladrillos encima »
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No tuvimos que ir muy lejos. Cargando de Calipso entre los dos, Leo, Akira y yo seguimos a Emmie hasta el edificio grande y elaborado del extremo sur de la plaza. Como yo sospechaba, había sido una estación de tren en algún momento. Grabadas en granito debajo del rosetón se hallaban las palabras UNION STATION.
Emmie no entró por la entrada principal. Se desvió a la derecha y se detuvo delante de una pared. Deslizó un dedo entre los ladrillos siguiendo el contorno de una puerta. El mortero se agrietó y se disolvió. Una puerta recién cortada se abrió hacia dentro y dejó a la vista un estrecho conducto parecido a una chimenea con peldaños metálicos que subían.

—Bonito truco —dijo Leo—, pero Calipso no está precisamente en condiciones de trepar por una pared.

Emmie frunció el ceño.

—Tienes razón. —Se volvió hacia la puerta—. Estación de Paso, ¿nos pones una rampa, por favor?

Los peldaños metálicos desaparecieron. La pared interior del conducto se inclinó hacia atrás con un rumor leve, y los ladrillos se dispusieron en forma de suave cuesta arriba.

—Hala—dijo Leo—. ¿Acaba de hablar con el edificio?

Una sonrisa tiró de la comisura de la boca de Emmie.

—La Estación de Paso es más que un edificio.

De repente, no me hizo gracia el aspecto de la rampa.

—¿Es una estructura viva? ¿Cómo el Laberinto? ¿Y espera usted que entremos?

La mirada que vi en los ojos de Emmie fue definitivamente la de una cazadora. Solo las seguidoras de mi hermana se atreverían a ponerme tan mala cara.

—La Estación de Paso no es obra de Dédalo, lord Apolo. Es totalmente segura... mientras sigan siendo nuestros invitados.

Su tono hacía pensar que mi bienvenida era de prueba. Detrás de nosotros, las sirenas sonaban más fuerte. Calipso inspiraba entrecortadamente. Concluí que no teníamos muchas opciones. Seguimos a Emmie al edificio.
En las paredes aparecieron luces: cálidas velas amarillas que parpadeaban en candelabros de bronce. Unos seis metros rampa arriba, una puerta se abrió a nuestra izquierda. Dentro vislumbré una enfermería que mi hijo Asclepio habría envidiado: un armario totalmente abastecido de medicamentos, instrumentos quirúrgicos e ingredientes para preparar pociones; una cama de hospital con monitores incorporados, interfaz gráfica para personal de asistencia y elevador bariátrico de paciente. Hileras de plantas medicinales se secaban contra la pared al lado de la máquina portátil de resonancia magnética. Y en el rincón del fondo había un hábitat acristalado lleno de serpientes venenosas.

—Caramba —dije—. Tienen una enfermería con tecnología punta.

—Sí —convino Emmie—. Y la Estación de Paso me está diciendo que debería atender a su amiga de inmediato.

Leo asomó la cabeza en la enfermería.

—¿Quiere decir que esta habitación ha aparecido sin más?

—No —contestó Emmie—. Bueno, sí. Siempre ha estado aquí, pero... es más fácil de encontrar cuando la necesitamos.

Leo asintió con la cabeza pensativamente.

THE TRIALS OF APOLLO Where stories live. Discover now