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☀︎ ¦ CHAPTER 009.

« Claro que es una trampa.
Con ella, siempre es así.
Tramposa
Trampeadora »
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Britomartis saltó de la cornisa y cayó de rodillas, con la falda extendida a su alrededor formando un montón de redes.
(Le encantan esas entradas espectaculares. Siempre ha querido ser un personaje de anime).
La diosa se levantó. Sacó su cuchillo de caza.

—Apolo, si aprecias tu anatomía, quédate quieto.

No me dio tiempo a protestar diciendo que no podía quedarme quieto colgado de una red bamboleante. Ella hizo un corte con el cuchillo a la altura de mi entrepierna. La red se rompió y me arrojó al suelo, afortunadamente con mi anatomía intacta.

No caí elegantemente. Por suerte, Akira corrio en mi auxilio. Cuando se levantó y como supo donde estaba, no tengo ni idea.

—Cuando dije que algún día caerías en mis brazos no pensé que sería de forma tan literal.

—¿Te sientes mejor?

—No soy yo quien cayo del cielo.— Me cogió del brazo y me ayudo a levantarme.

Leo y Calipso corrieron para ayudar a Akira.
Me tranquilizó ver que a pesar de su reciente discusión, todavía podían unirse en asuntos importantes como mi bienestar.
Leo metió la mano en su cinturón portaherramientas, tal vez en busca de un arma. En cambio, sacó una cajita de lata de pastillas de menta. Dudaba que nos sirviera de mucho.

—¿Y esa quien es?— me preguntó Akira.

—Britomartis— contesté—. La Señora de las Redes.

Leo parecía tener reservas.

—¿Incluidas las de baloncesto e internet?

—Solo redes de caza y pesca— dije—. Es una secuaz de mi hermana.

—¿«Secuaz»?— Britomartis arrugó la nariz—. Yo no soy ninguna secuaz.

Josephine tosió detrás de nosotros.

—Ejem, perdón, Apolo. La señora insistió en llamarte la atención de esa forma.

La cara de la diosa se iluminó.

-Bueno, tenía que ver si caía en mi trampa. Y ha caído. Como siempre. Hemítea, Josephine, dejadnos solos, por favor.

Nuestras anfitrionas se miraron, probablemente preguntándose cuál tendría que limpiar los cadáveres después de que Britomartis terminara con nosotros. Luego se retiraron por una puerta situada al fondo del salón. Calipso estudió a la diosa de las redes.

—Conque Britomartis, ¿eh? No he oído hablar de ti. Debes de ser una diosa menor.

Britomartis sonrió fríamente.

—Oh, pues yo sí que he oído hablar de ti, Calipso. Desterrada a Ogigia después de la guerra de los titanes. Esperando a que apareciera un hombre en la orilla para que te partiera el corazón y te dejara otra vez sola. Debe de haberse vuelto muy pesado.— Se volvió hacia Leo—. ¿Este es tu rescatador? Un poco bajo y dejado para ser tu caballero de la brillante armadura.

—Oiga, señora.— Leo agitó su lata de pastillas de menta—. Me he cargado a diosas mucho más poderosas que usted.

—Y no es mi rescatador— añadió Calipso.

—¡Sí!— Leo frunció el entrecejo—. Un momento, en realidad, sí que lo fui.

—Ni es un caballero— meditó Calipso—. Aunque sí que es bajo y dejado.

THE TRIALS OF APOLLO Where stories live. Discover now