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☀︎ ¦ CHAPTER 003.

« Mi última actuación.
Una vieja suelta el micro y se carga a todo el mundo »
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Estaba a punto de iniciar el Plan de Defensa Omega —postrarme de rodillas y suplicar misericordia— cuando Leo me ahorró el bochorno.

—Excavadora —susurró.

—¿Es una palabra en clave? —pregunté.

—No. Me voy a acercar a la excavadora. Vosotros tres distraed a los cocos de metal.

Apoyó el peso de Calipso sobre mí.

—¿Estás loco? —murmuró ella.

Leo le lanzó una mirada urgente, como diciendo: «¡Confía en mí! ¡Distraedlos!». A continuación dio un paso a un lado con cuidado.

—¡Oh! —Nanette sonrió—. ¿Te ofreces voluntario para morir primero, semidiós bajito? Tú eres el que me lanzó el fuego, de modo que tiene su lógica.

No sabía lo que Leo pensaba hacer, pero me imaginaba que su plan fracasaría si empezaba a discutir con Nanette por su altura. (Leo era un poco susceptible cuando lo llamaban «bajo»). Afortunadamente, tengo un talento natural para desviar la atención hacia mí.

—¡Me ofrezco voluntario para morir! —grité.

Todos se volvieron para mirarme. La mirada que más me preocupaba era la de Akira, me miraba de forma de «Encerio me sacrifique una ves por este inútil? » si no moría por las blemias moriría a manos de la pelirroja. Maldije en silencio las palabras que había elegido. Debería haberme ofrecido para algo más fácil, como preparar una tarta o encargarme de la limpieza después de la ejecución.
A menudo hablo sin pararme a pensar. Normalmente sale bien. A veces da lugar a obras maestras de la improvisación, como el Renacimiento o el movimiento Beat. Esperaba que esa fuera una de esas ocasiones.

—¡Pero antes —dije—, escuchad mi ruego, oh, compasivos blemias!

El policía al que Leo había quemado bajó el arma. Unas ascuas verdes de fuego griego todavía ardían en la barba de su barriga.

—¿A qué viene eso de «escuchad mi ruego»?

—Bueno —contesté—, es costumbre escuchar las últimas palabras de un hombre que va a morir... o un dios o un semidiós o... qué te consideras, Calipso? ¿Una titana? ¿Una semititana?

Calipso se aclaró la garganta con un ruido que sonó sospechosamente como «idiota».

—Lo que Apolo quiere decir, oh, compasivos blemias, es que el protocolo exige que nos concedáis unas últimas palabras antes de matarnos. Estoy segura de que no queréis ser maleducados.

Los blemias se quedaron horrorizados. Sus sonrisas cordiales desaparecieron, y negaron con sus cabezas mecánicas. Nanette avanzó arrastrando los pies, con las manos levantadas en actitud apaciguadora.

—¡Por supuesto que no! Somos muy educados.

—Educadísimos —Habló con sarcasmo Akira.

—Gracias —dijo Nanette sin darse cuenta del sarcasmo.

—¡Escuchad, pues! —grité—. Amigos, amienemigos, blemias... ¡abrid las axilas y oíd mi triste historia!

Leo dio otro paso atrás, con las manos en los bolsillos de su cinturón portaherramientas. Otros cincuenta y siete o cincuenta y ocho pasos, y llegaría a la excavadora. Fantástico.

THE TRIALS OF APOLLO Where stories live. Discover now