El final de lo que no empezó

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PoV María:

Empecé a sentirme mareada. Llevábamos bebiendo desde las siete de la tarde. Hoy tocaba solo tarde de chicas y se nos había ocurrido hacer un botellón en nuestro parque de confianza. Me habría gustado que se apuntaran también Logan, Kenzo, Carol, Erin e Ingrid, pero todos tenían planes. Logan había quedado con sus amigos del equipo, Kenzo tenía un compromiso familiar, Carol vivía demasiado lejos y la parejita estaba cenando en casa de Erin. Bueno, ya lo celebraremos otro día, se dijo.

Llevaba un pedal como un piano y el único pensamiento lúcido que pudo sacar fue que debía volver a casa. Tenía un largo camino por delante. Se despidió de las chicas y les prometió que les avisaría cuando llegara. La peor parte de volverse sola a aquellas horas era el miedo que pasaba y que le impedía disfrutar al cien por cien de la brisa invernal que luchaba contra su borrachera para devolverle los sentidos. Al día siguiente la resaca la mataría, lo tenía claro.

Mientras caminaba su mente divagaba. Pensó en Erin e Ingrid y en lo feliz que estaba por ellos. Se les veía tan bien juntos que se habían convertido oficialmente en la parejita del curso. Se alegraba mucho por ellos, pero una pequeña parte de ella les envidiaba. Ojalá pudiera vivir lo mismo que ellos estaban experimentando. No quería seguir pensando siempre en una persona que apenas se fijaba en ella más allá del cariño que le tuviera por ser amiga de su hermano. Otro punto en contra del alcohol es que si se ponía sentimental, Kirian ocupaba la totalidad de sus pensamientos. Sabía que había vuelto aquel fin de semana y sus ganas locas de verlo luchaban con la parte racional que le recordaba que no podía seguir así. Le quería, era un hecho, pero no podía seguir así.

Se acomodó la chaqueta al ver que se acercaba la zona de los bares. Esa y las calles poco iluminadas eran la peor parte del trayecto. Debía pasar rápido. Alzó la vista y, entonces, lo vio. Reconocería aquella silueta en cualquier parte. Estaba de perfil, hablando con unos chicos en la puerta de uno de los bares, mientras se echaba por encima el abrigo. Miró a los chicos y los reconoció, eran amigos de Kiriran del instituto. Sus ojos volvieron al hermano de Erin, que reía por algo que decían sus compañeros. No podía dejar de mirarlo. En ese momento, Kirian se giró y sus miradas se encontraron. La sonrisa se le ensanchó.

− ¿Ya vas de retirada? –le preguntó.

− Suficiente fiesta por hoy. Hola –dijo a los otros chicos que le devolvieron el saludo.

− Venga, tío, una más y nos vamos, lo prometo –le dijo uno de ellos.

− Eso me dijiste hace una hora.

− Pero esta vez es verdad.

Kirian soltó una carcajada y negó con la cabeza.

− Que va, no vuelvo a caer. Además, voy a aprovechar y acompaño a María a casa que ya es tarde.

El corazón le dio un vuelco. Las mariposas revoloteaban en su estómago ante la idea de estar solos. Tan perdida estaba en las reacciones de su cuerpo que solo alcanzó a decir un tímido adiós antes de ponerse en marcha de nuevo, esta vez acompañada por aquel que ponía su mundo patas arriba. Durante un par de minutos caminaron en silencio. María intentó pensar en algo ingenioso que decir, pero el mareo no la dejaba. Maldita borrachera. Maldito Kirian. ¿Dónde estaba su labia?

− ¿Cómo van las cosas por aquí? –preguntó Kirian rompiendo el silencio− ¿Al final vas a entrar en enfermería?

− Si me da la nota sí. Y espero conseguirlo porque no tengo plan B.

Kirian se metió las manos en los bolsillos y sonrió.

− Claro que lo harás. No tengo ninguna duda de que conseguirás todo lo que te propongas. Eres una de las personas más trabajadoras y perseverantes que conozco.

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⏰ Letzte Aktualisierung: Nov 16, 2021 ⏰

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