Descubriendo la verdad

13 0 0
                                    


PoV Erin

Me había sorprendido un poco la propuesta de Irina. Llevábamos siendo compañeros durante muchos años y, además, era amiga de María. Siempre me había parecido muy lista, alguien que no necesitaba ayuda con temas de estudio. A pesar de eso, le dije que podríamos estudiar juntos aquella tarde.

Otra cosa que me dejó descolocado aquel día fue la actitud de Ingrid. Nos saludamos como siempre, pero ella no me miró a los ojos. Pareció evitarme durante toda la mañana. Intenté hablar con ella cuando tocó el timbre de la última hora, pero se había esfumado. De camino a casa, probé suerte preguntándole a María.

− Oye, ¿sabes si le pasa algo a Ingrid?

Ella se tensó.

− No, ¿qué iba a pasarle?

− No sé, algo conmigo –dije, un tanto inseguro−. Parecía que me evitaba.

María hizo un gesto con la mano, quitándole importancia.

− Pero, ¿por qué iba a evitarte, tío?

Me rasqué la nuca, nervioso.

− Tal vez haya hecho algo que le molestara...

− Anda ya –me cortó−. Será que tendría un mal día. A todos nos pasa de vez en cuando.

Después de aquello, cambió rápido de tema. Conocía a María y sabía que me estaba ocultando algo. No tenía muy claro si era porque tenía algo que ver conmigo, o por si no tenía nada que ver y no quería que metiera mis narices. Decidí dejarlo correr, en aquel momento tenía otros asuntos. Al llegar a casa, me topé con el ceño fruncido de mi padre, que hablaba muy serio por teléfono. Pregunté a Aiden qué pasaba, pero su única respuesta fue un encogimiento de hombros. Cuando mi padre colgó el teléfono se giró hacia mí.

− Erin, necesito que vengas esta tarde a echar una mano al bar –dijo, mientras cogía el abrigo para ponérselo.

− ¿Por qué? Hoy no me toca.

− Porque me falta un camarero y hoy hay partido.

Maldije para mis adentros. No me hacía ninguna gracia tener que perder tanto tiempo de estudio.

− Está bien.

− Y organízate como puedas porque seguramente te necesite trabajando otros días.

Y, dicho aquello, cogió las llaves y se marchó. Me dirigí a mi habitación a dejar la mochila y el abrigo. Escribí un rápido mensaje a Irina disculpándome y diciéndole que, aunque no pudiera quedar le mandaría mis apuntes, que había redactado con todo tipo de anotaciones explicativas. Iba a salir cuando el teléfono empezó a sonar. Kirian.

− Necesito que mires si me dejé la sudadera verde.

− Voy −me colé en su habitación para rebuscar en el armario. Tras unos minutos, encontré la prenda−. Está aquí.

Él soltó un suspiro.

− Menos mal, creí que la había perdido.

− Anda que menuda cabeza tienes...

Kirian rio.

− Por cierto, te llamaba también por otro asunto.

− Tú dirás.

− Verás, me han comentado que en tu clase hay un caso de acoso.

− ¿Qué dices? –no daba crédito. No sabía qué esperaba que dijera, pero desde luego no era eso.

DestinyWhere stories live. Discover now