Conociéndonos

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Pov Ingrid

DIOS MÍO.

La imagen de Erin sin camiseta se había quedado en mis retinas y sin poder evitarlo, el sonrojo se había instalado en mis mejillas, y una sonrisa tonta luchaba por quedarse en mis labios.

Tras unos minutos aún sentada hecha un manojo de nervios por lo que acaba de ver, Erin volvió a entrar en el cuarto, vestido- para mi desgracia- con una camiseta de manga larga de color azul claro.

-En fin, mi hermano, que es un poco imbécil- rió nervioso.

-Te entiendo- comenté sonriéndole.

-¿Quieres hacer algo? Podemos ver una película o algo, si no tienes prisa.

Sopesé la idea. Había estado más veces viendo películas con él, pero nunca como novios. Las anécdotas de otras chicas cuando habían visto películas con sus novios habían acabado en de todo menos ver la película. Me sonrojé violentamente mientras asentía a la pregunta de Erin. Solo será ver una peli, sus hermanos están aquí, razoné mientras intentaba calmarme.

-Voy a hacer unas palomitas, enciende el ordenador, porfa- se excusó y de nuevo salió de la habitación.

Preparé las cosas y antes de que quisiese darme cuenta, el olor de las palomitas ya estaba envolviendo la habitación. La calidez de su mano en mi cintura y su voz en mi oído me pillaron de improviso.

-Sí que eres eficiente- comentó mientras me giraba entre sus brazos.

-¿Acaso lo dudabas?- reí antes de darle un corto beso en los labios.

Acomodamos las cosas en la cama, pero antes si quiera de sentarnos, una rendija inundó de luz la habitación.

-Palomitas- sonó la voz de Aiden al otro lado de la puerta.

Erin rodó los ojos. Su hermano parecía indeciso sobre si entrar o no, pero parecía que las ansias de palomitas podían con su espíritu.

-¿Quieres unas pocas?-dije acercándome a la puerta.

Su hermano salió corriendo de allí y a los segundos había vuelto con un pequeño bol dispuesto a saquearnos las palomitas.

-Me gusta esta chica, Erin- dijo mientras tamborileaba con sus dedos en el bol de metal, esperando a que su hermano le cediese parte de la mercancía.

-Sabes que había paquetes de sobra, ¿verdad?- inquirió Erin con la ceja alzada.

-Pero esos no están hechos- contestó con la boca llena de comida su hermano.

"Será vago" susurró Erin por lo bajo. La puerta chirrió y una voz grave se hizo presente.

-¿Estáis haciendo una convención sin mí, el alma de la fiesta?- fue hacia donde su hermano pequeño y con un "uh, palomitas" le quitó un puñado al menor.

"El que faltaba" volvió a maldecir Erin entre dientes, de espaldas a estos, mientras terminaba de colocar la cama.

-Me estaban alimentando- dijo contento Aiden.

-Íbamos a ver una película, ¿queréis apuntaros?- dije con timidez.

A pesar de que me gustaría estar a solas con Erin, sus hermanos me habían caído bien, no quería ser una maleducada, asique invitarles me había parecido lo correcto.

-Oh, una "película"- remarcó la palabra película mientras subía las cejas, divertido. – Que va, tenemos cosas que hacer, pero gracias por la oferta. Vámonos, Aiden.

-¿Ah sí? ¿Qué cosas?- preguntó confundido su hermano.

Kirian tan solo arrastró al pequeño por el gorro de su sudadera hacia fuera. Cuando nos cerró la puerta, me pareció que me guiñaba un ojo.

-Son simpáticos tus hermanos.- dije sentándome al lado de Erin.

-Sí, cuando no son unos pesados- rió.

-Yo echo mucho de menos el tener estos momentos con mi hermana. Siempre pensé que era una pesada pero estar en casa sola es aburrido.

-Te los regalo. A ambos- puso una película aleatoria y a los pocos segundos la música tenue envolvió nuestros oídos.

Me acurruqué a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro. El cogió mi mano, mientras que con el pulgar me acariciaba la palma. Sonreí ante su contacto, era maravilloso estar así. La película pasó en un abrir y cerrar de ojos, y yo en lo único que podía pensar era en su cercanía, en su mano acariciando la mía, en su cuello.

-¿Qué te ha aparecido?- preguntó sonriente mientras apartaba el portátil de la cama, dejándome ausente de su calor.

-Bueno...no he entendido del todo el final, ¿por qué han explotado todos? ¿Realmente había una maldición?

-Sí, esa era la gracia- se inclinó sobre la cama, apoyando sus manos al lado de las mías, con nuestros rostros separados escasos centímetros- te hacen pensar toda la peli que son tonterías lo de las maldiciones y al final ni te lo esperas.

-Pues como se ha quedado conmigo entonces.

La tentación era demasiado grande como para resistirla, asique acerqué mi cara a la suya, dándole un beso largo, enredando mis manos en su pelo. Él se tuvo que inclinar todavía más, acabando casi encima de mí. Me recliné sobre la cama, tumbándome. La espalda me estaba matando en la otra posición. Erin se vino conmigo, no podía hacer otra cosa, ya que mis manos aún estaban en su cuello. Le besé en el cuello y sus manos subieron a mi cadera, por dentro de la blusa. Sus manos estaban fresquitas sin llegar a ser desagradables. Iban subiendo lentamente hasta que un ruido atronador sonó del otro lado de la puerta, junto con voces amortiguadas que parecían discutir. "Dios mío, sus hermanos" Me había olvidado completamente de ellos. Nos separamos y fuimos a ver qué había pasado del otro lado.

El bol de Aiden estaba en el suelo, con cachitos de lo que había sido un vaso de cristal esparramados por doquier.

-La que habéis liado- dijo en voz alta Erin. Ambos se dieron la vuelta rápidamente, mirándonos.

-Ha sido él- dijeron los dos a la vez.

Mi mirada se cruzó por casualidad con el reloj de pared que había en su salón. ¡Las siete y media ya!

-Se ha hecho súper tarde –comenté disgustada.

-Te acompaño a tu casa. Voy a por los abrigos- declaró Erin mientras se iba rápidamente.

Su hermano mayor nos acompañó hasta la puerta para despedirse de mí.

-Ha sido un placer conocerte, Ingrid- dijo tendiéndome su mano.-Espero verte más por aquí.

-Igualmente- Dije algo sonrojada.

-Pasadlo bien-gritó cuando bajábamos ya por las escaleras.

Erin se giró para fulminarle con la mirada mientras me daba la mano.

DestinyWhere stories live. Discover now