Los amigos

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PoV Erin

Acompañé a Ingrid hasta la puerta del instituto. Me caía de camino para ir al bar. Ese día me habían pedido que fuera a echar una mano aunque no me tocara; los viernes solía llenarse y a mi padre le desbordaba atender a tantos clientes al mismo tiempo, y más cuando había partido.

Aquella noche terminaría tarde y luego María y yo nos iríamos a dormir a casa de Logan. Repetíamos ese ritual cada vez que los padres de éste salían de viaje. Nuestro amigo nunca lo admitiría, pero le tenía pavor a la oscuridad. Solíamos pedir unas pizzas y ver películas o hablar hasta quedarnos dormidos. Ese día no fue diferente. Nada más salir del bar, me fui a casa de María. Ella ya lo tenía todo preparado.

− ¿Tienes el cargador? –le pregunté− A mí se me ha olvidado.

− Anda que menuda cabeza tienes... −dijo tras asentir.

Salimos corriendo para no hacer esperar a Logan. Nada más entrar, nos dirigimos a su habitación para dejar las cosas. María y yo fuimos pidiendo las pizzas, mientras Logan se pegaba un ducha. Decía que después de entrenar se había entretenido y no le había dado tiempo.

Ya con los pijamas puestos y la cena pedida, mi amiga y yo nos sentamos en el sofá del salón a esperar a nuestro anfitrión. María se recogió el pelo castaño en una corta coleta.

− ¿Has hablado hoy con él? –me preguntó, con la vista clavada en sus dedos, que jugueteaban con los cordones de su pantalón.

La miré de soslayo, sabía de sobra a quién se refería.

− Sí.

Ella hizo una pausa antes de atreverse a preguntar.

− ¿Sabes cuándo va a volver?

Suspiré y alcé la mirada al techo.

− No –contesté despacio−. Su compañero y él han tenido un problema con el casero, así que hasta que no lo solucione dice que no va a volver.

María asintió. Siempre se le ponía la misma cara cuando hablábamos de Kirian. Llevaba años enamorada de él y ni siquiera sabía si mi hermano se había enterado. Por supuesto, me hizo prometerle que nunca hablaría con Kirian del tema y allí estábamos, cinco años más tarde. María apoyó los brazos en sus rodillas y enterró la cabeza entre ellos. Lo único que fui capaz de hacer fue abrazarla.

− Quiero verle –confesó en un susurro.

La estreché más fuerte y acaricié su espalda. Odiaba verla así.

− ¿Qué hacéis? –dijo Logan, sobresaltándonos. No le habíamos oído llegar. Dejó de frotarse la cabeza con la toalla−. No me digáis que es otra vez por Kirian... María, en serio, deberías dejar de torturarte ya.

− Logan... −le lancé una mirada de advertencia.

Él se encogió de hombros.

− Pero si es verdad, tú también lo piensas –se acuclilló delante de ella, que le miraba con el ceño fruncido−. María, vales un montón, siempre te lo decimos. No tiene sentido que te estanques y sufras de esta manera por un tío. Aunque sea Kirian.

Logan admiraba a mi hermano tanto como yo. Desde que éramos críos le habíamos tomado como ejemplo a seguir y, años más tarde, seguíamos acudiendo a él cuando teníamos algún problema. Sin embargo, los dos estábamos de acuerdo en que era demasiado despistado en cuanto al romance se refería. Había que decirle las cosas de la forma más directa posible o no se enteraba.

− Y, ¿qué hago? No puedo decírselo.

− Tampoco puedes seguir así –le dije−. Mi hermano seguramente no se ha enterado de nada. Nunca se da cuenta de estas cosas.

− Exacto –corroboró Logan−. A lo mejor si se lo dices claramente...

− No –cortó María−. No pienso decírselo para que luego no vuelva a tratar conmigo. Y dejemos ya el tema, no quiero seguir hablando de esto.

− Pero no va a dejar de...

− He dicho que no quiero hablar más del tema.

Logan y yo nos miramos. Era inútil insistir. Por suerte, María se animó cuando llegaron las pizzas. Cenamos mientras elegíamos película y Logan nos hablaba de Ingrid. María me planteó que cada vez nuestro amigo la mencionara, bebiéramos un chupito; pero lo descartamos porque seguramente nos daría un coma etílico antes de media hora. Vimos "V de Vendetta" porque a María le encantaba esa película. El resto de la noche fue sobre ruedas.

Durante las semanas siguientes perdí varios recreos en las reuniones del consejo. Ingrid y yo tuvimos que quedarnos revisando algunas cosas en clase. También nos vimos algunas tardes debido al trabajo de historia. Logan tuvo que contenerse para no pedirme que me llevara a Kenzo y les dejáramos solos. Sabía de sobra que no pensaba jugármela con la nota por muchos sentimientos que tuviera él hacia nuestra compañera. Una de las veces, estando en la biblioteca, dejó sus cosas apresuradamente al lado del sitio dónde iba a sentarse Ingrid. Por los pelos no tira a Kenzo al suelo, quien me lanzó una mirada significativa. Lo más probable era que a aquellas alturas, toda la clase se hubiera dado cuenta de las intenciones de Logan. A mí me seguía impresionando que Ingrid no lo pillara todavía.

Por mi parte, tenía que seguir lidiando con Lexie. No la odiaba, como María, pero me incomodaban sus manoseos y no me gustaba el hecho de haber manipulado a la clase para hacer daño a una compañera. Aunque parecía no hacerle gracia que Ingrid y yo tuviéramos que vernos más por las reuniones del consejo. Intentaba ser simpático con ella incluso cuando marcaba los límites y esperaba que pronto me sustituyera por otro. María me había dicho que su interés por mí no era real y yo no quería meterme en ningún embrollo amoroso ese año. Lo único en lo que me enfocaría sería en obtener la nota necesaria para entrar en Interpretación y Traducción, con alguna beca. No obstante, poco después me daría cuenta de lo equivocado que estaba.

DestinyWhere stories live. Discover now