Destapando sentimientos

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Pov Ingrid

La cama que me había dejado María era tan cómoda y calentita, que si no fuese por todos los pensamientos que me rondaban por la cabeza, ya estaría en mi quinto sueño por lo menos. Sabía que Lexie y María habían sido amigas, pero me parecían tan diferentes y chocantes que incluso el imaginármelas riendo juntas me parecía extraño. Por otra parte, la confesión de María me había parecido tierna e inesperada, pero sobretodo me había pillado de sorpresa.

Me revolví entre las sábanas. Me gustaba como el pelo de Erin olía a manzanas y como las pecas adornaban su cara. Hasta ahora había pensado que eso era lo normal, también me gusta como Logan cuenta sus chistes fáciles, o la valentía de María al enfrentarse a cualquier cosa que se le pusiese por delante. Pero nunca me había fijado en cómo olía el pelo de ninguno de ellos dos, o en como el sol se reflejaba en sus ojos.

-María-susurré-¿Estás despierta?

-Pensaba que era la única que estaba despierta, que alivio-dijo tranquila.

Pensé bien mis palabras antes de volver a abrir la boca, lo que menos quería que pensase es que había metido a una rarita en una de sus camas.

-¿Qué cosas te gustan de Kirian?

-Mmmm-hacía como que pensaba, mientras que se acomodaba en la cama-me gusta cómo le echa cara a todo, también los hoyuelos que se le forman en la cara cuando sonríe, los piercings que se ha hecho le quedan jodidamente sexis.

Ahogué una risa, rezando por no hacer demasiado ruido.

-Cuidado, no vayas a babear la almohada-dije entre risas.

-Qué graciosilla. ¿Por qué preguntas?

Conocía ya a María como para saber que después de esa frase había levantado la ceja con un gesto pícaro.

-¿Tú crees que es raro que te guste como huele el pelo de una persona?

-Y decía que no le gustaba nadie... ¿Sabes? Una de las cosas en las que me fijé de Kirian es que el pelo le olía a manzanas tremendamente bien. El caso es que cuando descubrí que champú usaba, decidí comprarme uno.-se hizo el silencio.- Esto parece un poco rarito,-me reí- o sea, no lo hacía por parecerme a él, sino porque yo también quería oler así de bien, pero nadie lo notó. Así que aquí estamos, usando un champú normal, que es más barato.

-A mí también me gusta como el pelo de Erin huele a manzanas. Es muy agradable.

Un "auch" sonó frente a mí y segundos más tardes tenía a María subida en mi cama.

-Me he dado con el dedo chiquito-me confesó. –Ya sabía yo que te traías algo extraño entre manos. Pero no estaba segura de si era Logan o él.

-¿Logan? Solo somos amigos.

-A veces pareces muy cercana a él.

-Somos amigos-repetí-además, tú eres aún más cercana con ellos, y eso no implica que te gusten.

-Buen punto.

Sonreí aunque no pudiese verme. María era amiga de Erin, quizá ella sabría lo que él piensa sobre mí.

-¿Crees que tengo posibilidades con él? Yo...por su parte no veo nada...

-¿Quieres que te diga la verdad?-preguntó María tras unos segundos. Un sí tembloroso salió de mis labios.-Me he hecho muchísimo daño en el dedo.

Me reí. Sabía que no tenía posibilidades con él desde el primer momento, ¿por qué iba a fijarse en una chica como yo?

-La verdad es que no lo sé, nunca nos ha comentado nada. Pero tampoco recuerdo que haya dicho nunca nada de otras chicas-puso una mano sobre mi hombro.-Aunque últimamente, antes de la pelea, parecía muy pendiente de ti.

-Gracias- le sonreí.

María se volvió a su cama, y con un poquito de desazón me quedé dormida. Me desperté con el olor de los churros recién hechos paseando por todo el piso. María me sonrió con la bolsa en la mano y enseguida los devoramos. Hacía muchísimo que no los comía, y qué mejor que en compañía. Un rato más tarde, después de ayudarle a rehacer el cuarto, me despedí de ella.

Cuando llegué el lunes a clase, mi sitio estaba siendo ocupado. El pelo rizado de Irina le caía por la espalda en unos rizos perfectos. Estaba echada hacia delante, mientras hablaba en voz baja con Erin. Ambos parecían reírse de lo que había dicho esta. Fui con paso inseguro hacia donde estaban las chicas, no quería cortarles el rollo. Las saludé, todas miraban la escena con curiosidad, María la que más.

-¿Creéis que le pedirá la cita? –preguntó Sara.

-¿Qué me he perdido?-pregunté intentando acoplarme a la conversación.

-Eso quisiera saber yo- dijo María.

Irina volvió hacia nosotras con una sonrisa en su rostro.

-¿Lo has conseguido?-preguntó de nuevo Sara.

La sonrisa de Irina se hizo más amplia.

-A medias, no es totalmente una cita. Le he preguntado si puede ayudarme a estudiar.-se sentó en su sitio sin quitar la sonrisa de su cara.

-No sabía que Erin te gustase de esa forma-comentó María.-siempre dijiste que era algo así platónico, de que te gustaría ser su amiga pero que no le acababas de ver la gracia. ¿Qué ha cambiado?

-¿Estás celosa?- preguntó Irina casi riendo. María puso los ojos en blanco mientras le sacaba la lengua. –Verlo así me ha hecho cambiar de opinión. Se ve que es un chico fuerte, tiene su lado salvaje, y ahora lo está pasando mal por el tonto de su amigo, tiene que tener un hombro en el que apoyarse.

Las chicas la miraban divertidas, pero yo, por más que me esforzase, no podía alegrarme del todo por ella. El timbre sonó y fui a mi sitio. Desde luego Erin parecía más animado que los días anteriores.

-Ingrid, eo- Logan apoyó su mano en mi antebrazo, provocando que saltase sobre mi sitio del susto.

-Perdón, que decías-le sonreí.

-La semana que viene es la prueba de baloncesto, ¿cómo la llevas?

-Se me había olvidado por completo...

-Si quieres puedo ayudarte-se recostó un poco sobre su asiento.-Tú me ayudaste con lengua para el último examen, es lo mínimo-me sonrió.

-De acuerdo, ¿te quedarías este recreo practicando conmigo?-después de la confesión de Irina, no me apetecía mucho estar con Erin.

-Cuenta conmigo.-dijo guiñándome un ojo.

Tras sonar el timbre que anunciaba el recreo, me fui con Logan a por un balón. Tras un escrutinio que me pareció eterno, pareció satisfecho con un balón y nos fuimos a las pistas.

-¿Te acuerdas de los consejos que te di la última vez?

Traté de hacer memoria.

-¿Algo de las manos?- Logan se rió mientras me daba el balón y se colocaba a mi espalda. Las colocó en forma de t y subió mis brazos.

-Algo de las manos, sí, Ahora, apunta al cuadrado.

Apunté, nerviosa por su cercanía. Y fallé. Recogió el balón, hizo la famosa técnica de las manos en un santiamén y encestó. Me la devolvió con una sonrisa.

-Te falta práctica, pequeño saltamontes.

Inflé los mofletes,haciéndome la indignada, mientras aceptaba el balón para volver a tirar.

DestinyWhere stories live. Discover now