Capítulo 32

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Con la llegada de Lincoln al hogar tras una tarde sin su compañía, la mujer decidió que lo más acertado que podía hacer era bajar a su encuentro y fue grata la sorpresa que se llevó al encontrarle con una gran sonrisa en los labios como si hubiera previsto el detalle que Amanda tendría con él.

— ¡Amor mío! —dijo Lincoln sin evitar sonrojarse.

— Estoy encantada con su regreso.

— No esperaría menos, Amanda querida. Permítame pedirle que se siente.

Ella no pudo evitar sonreír, la felicidad que este emanaba era contagiosa, así que, cumpliendo con las ordenes de su amado, caminó con agrado a la biblioteca y tomó asiento en uno de los tantos sillones que adornaban la instancia.

A los pocos minutos se asomó en una esquina Lincoln quién le pidió a su mujer que cerrara los ojos.

— No se alcanza a imaginar cuantos minutos de mi día dedico a pensarle, Amanda —hablaba el hombre complaciéndose de verla sentada cumpliendo con su orden—; está volviendo usted mis días alegres, mis horas pasajeras y mis minutos cautivantes, ha tomado por completo el control de mi vida, aunque en muchos momentos pareciera que fuera de otra forma. Tengo la total certeza de que usted no olvidará lo que le estoy diciendo, pues nunca he olvidado yo lo que sus dulces labios me han regalado, sería capaz de recitar con emoción cada uno de sus discursos, sin miedo a equivocarme; espero, que eso denote un poco del amor que le profeso.

Amanda aguardaba a que el hombre terminase dehablar con una tierna sonrisa en sus labios y con el corazón latiéndole deforma irregular entre su pecho, escuchar palabras llenas de amor era mil veces mejor que leerlas, se deleitaba saboreando cada adjetivo que le dedicaba; su felicidad no podía ser mayor y no hacía más que encontrar razones nuevas para seguir entregándose a él en alma y cuerpo.

— Debo confesar que no había deseado quererla como lo hago ahora—continuó—, sin embargo, no he tenido control por lo que ahora confirmo que siento, podría amarle ahora mismo si no fuese cruel hacerlo. Así que, no encontrado otra manera de satisfacerle que cumpliendo su deseo más profundo; el que cuando había que callar, decidió usted confesarme. Amanda, puede abrir los ojos.

Su esposa obedeció al instante encontrando ante ella un gato negro un tanto sucio, pero al fin y al cabo una compañía del todo deseada.

Amanda saltó de emoción al verle, tomó en brazos a la criatura y la guio a su pecho sin antes depositar en aquella cabecita un millar de besos, las lagrimas brotaban de los ojos de la mujer y su amor estaba en un punto como ninguno, casi le dolía el rostro de tanto sonreír, era dichosa, todo gracias a quién había considerado al inicio la peor de sus desgracias. El animal que tanto había sufrido como aquellos dos se acurrucó en los brazos de su nueva dueña, sabiendo que esta le valoraría por ser el único regalo que el hombre le daría.

Tras unos minutos, Amanda no tuvo más remedio que dejar a su amado animal en el lugar que ella había ocupado minutos antes. Sonrió con ternura al ver que este cerraba sus ojos y volvió hacia el hombre dueño de su felicidad para lanzársele a los brazos.

Aquello, tomó por sorpresa a Lincoln que por poco fue capaz de sostener a su delgada esposa.

— Gracias. —fue capaz de decir Amanda.

— Lo que siente solo es un poco de la dicha que me brinda su presencia cada día.

Ninguno de los dos podía estar más dichoso, seunieron en un abrazo, pero ni eso parecía ser suficiente, deseaban quererse másde lo que se consideraba prudente hablar; querían ser uno para siempre y eso, significaba cruzar un límite que los primeros días se había considerado intransitable.

El tiempo los había cambiado, eso era una certeza, pero seguía en ellos un miedo creciente, en especial en ella, quién temía entregarle más de lo que debería a alguien que más pronto que tarde partiría.

Lincoln fue el primero en besarla, volviéndose dominante y necesitado del contacto de su mujer, haría lo que fuese por ella, pero, en esos momentos necesitaba con urgencia una respuesta afirmativa, aunque, una vez aquello sucediera, sabría que no se saciaría de ella y las dudas respecto al fin serían cada vez más grandes.

A Amanda se le olvidaba respirar, la cercanía se le hacía deliciosa, los besos que el hombre le regalaba le llevaban al éxtasis, sin embargo, en algunos momentos no parecía ser suficiente, podía sentir como el amor y el deseo les conducía por un camino peligroso.

Alguno de ellos se separó para sorpresa del otro, logrando así ver sus rostros sonrosados y nerviosos.

— Me he entregado a usted en todas las maneras que he considerado posible.

— Me ha hecho usted el bien más grande con ello.

— Ahora le pido que se entregue usted a mí, que salde su deuda, lléneme de usted sin importar las consecuencias. Se lo ruego, Lincoln; deme más razones para seguir con este destino.

El monologo fue interrumpido por un apasionado tropezar de labios, sin decir más palabras se pedían a gritos, rogaban por cercanía, pedían por placer, anhelaban unión.

No hubo más que segundos en el camino hacía la habitación, a veces sin querer despegarse ni un solo instante, las cortinas estaban corridas sumiendo así la habitación en una exótica oscuridad, las sábanas revueltas les llamaban, exigiéndoles que les dieran suspiros que contener y gemidos que escuchar.

No hubo pudor entonces, era más grande el placer y el morbo que latía entre ellos, que más se podía decir, se volvieron uno aquella tarde, las caricias no faltaron, los besos eran inagotables y cada gota de sudor que corría por sus cuerpos era solo el recuerdo de cuán grande era la entrega.

Se amaban a gritos, se necesitaban con caricias, se idolatraban con susurros, todo en ello era explicito y censurado a la vez.

Consumaron su amor en presencia de las paredes que tantas lágrimas habían visto caer sobre el rostro del hombre, ahora se extasiaban con el calor que procedía de este.

Cuando la satisfacción llegó, con ello se consagró algo más grande de lo que cualquiera hubiera podido creer, era una unión que duraría hasta el final de los tiempos, tal y como Lincoln lo había previsto; esa tarde, mientras el sol caía, una nueva luz de esperanza crecía en el seno de la familia.

El amor no hizo falta aquella vez, pero si la esperanza de poder volver a sentirse así de nuevo.

Ambos lo sabían, solo había una oportunidad para ellos y esta ya había sido utilizada.

Pero de igual manera, sería suficiente.

Ambos vivirían por siempre.

Ambos vivirían por siempre

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⏰ Last updated: Mar 17 ⏰

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MoriréWhere stories live. Discover now