Vinimos diez a la Tierra.
Tenemos el mismo aspecto que ustedes. Hablamos igual que ustedes. Vivimos entre ustedes.
Pero no somos como ustedes.
Podemos hacer cosas que solo puedes imaginar. Tenemos poderes con los que solo pueden soñar. Somos más fue...
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Es una suerte de que Marcus no se enterara de lo sucedido. Solo le he dicho que me he quedado hasta tarde en la biblioteca de la escuela haciendo un proyecto y me ha creído. Sobre como escape de la escena, fue fácil con mi invisibilidad. Aunque para la mala suerte de Stiles, no fue lo mismo. Lydia tuvo que ir a la comisaria para interrogar a la Benefactora de la lista negra, una chica que es una banshee y su nombre es Meredith Walker, quien teóricamente estaba muerta o eso fue lo que Meredith quiso hacernos creer. Stiles, debido al golpe en la cabeza que recibió, lo obligaron a ir al hospital a atenderse. Después de un par de horas en la escuela, decidí escabullirme debido a ello. Al fin de cuentas, estaba preocupada por el estado de Stiles; tal vez siempre sería así, ese es mi destino por enamorarme de él.
Al llegar al hospital, paso por la recepción donde una mujer de cabello negro rizado atado en una coleta y tez morena, usando su uniforme azul marino del hospital. Me atiende al enterarse que buscaba a Stiles, es muy simpática y cariñosa, luego recuerdo que la había visto antes con Scott. Ella es Melissa McCall, su madre. Siento algo de nostalgia, tal vez algo de celos de Scott, por tener a una madre como ella cuando yo desearía, aunque sea haberla conocido. Alejo esos pensamientos, mientras me dirige por los pasillos del hospital. Paredes blancas con cenefas azules, lámparas que cuelgan del techo y son de metal con focos blancos, el suelo es de baldosas blancas. Subimos por el ascensor desde la planta baja hasta el segundo piso, donde se encuentra Stiles. En el camino, recuerdo el entrenamiento de esta mañana.
Flashback:
Estoy en la sala, mientras Marcus pasa el cristal lórico por cada uno de mis brazos, con mis manos suspendidas sobre las llamas, veo lo siguiente. Tengo tres años, puede que cuatro, y corro por un jardín de césped recién cortado, nuestro jardín. A mi lado hay dos animales, uno con cuerpo de perro y pelaje de tigre, y el otro con cuerpo de zorro y plumaje de águila. Tienen la cabeza redonda, y un tronco recio sostenido por cuatro patas cortas. No son como ningún animal que haya visto aquí, a excepción de Beagle. Se agazapan, preparándose para saltar sobre mí y otro chico de cabello rubio, tal vez algún vecino. No puedo parar de reír. Cuando salta, intento cogerlo en brazos, pero soy demasiado pequeña al igual que el niño a mí lado, y los cuatro caemos sobre la hierba. Peleamos. Ellos son más fuertes que nosotros. Entonces, los animales dan un salto en el aire y, en lugar de volver a caer al suelo como esperábamos, se convierten en pájaros y revolotean a nuestro alrededor, justo fuera de nuestro alcance. Planean en círculos, vuelan en picado, pasan como una bala bajo nuestras piernas antes de posarse a cinco metros de distancia. Se transforman en un animal parecido a un mono sin cola y se agachan para abalanzarse de nuevo sobre nosotros.
Justo entonces, un hombre se acerca a la casa. Es joven, y lleva un traje de goma plateado y azul ceñido al cuerpo, el tipo de traje que he visto ponerse a los buceadores. Me habla en un idioma que deduzco es de Lorien. Pronuncian dos nombres: Hadley y Helios. El hombre mueve la cabeza hacia los animales. Ambos se acercan corriendo a él, y sus formas cambian de mono a algo más grande, parecido a un oso, pero con melena de león. Las tres cabezas están al mismo nivel, y el hombre rasca a Hadley y Helios debajo de la barbilla. Entonces, mi abuelo sale de la casa. Parece joven, pero yo sé que debe de tener cincuenta años por lo menos. Mi abuelo estrecha la mano del hombre. Los dos están hablando, pero no escucho lo que dicen.
