{CHAPTER TWENTY FOUR} Travel As A Prisioner

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||VIAJAR COMO PRISIONERO||

||VIAJAR COMO PRISIONERO||

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Me acompañan cuatro agentes en el coche. Toco las gruesas cadenas con la punta de los dedos. Estoy seguro de que podría romperlas si quisiera, o simplemente abrir la cerradura de las esposas con la telequinesia, pero el recuerdo de Sarah me quita la energía necesaria para ese esfuerzo. ¿Cómo puede haberme delatado? Por favor, que no haya sido ella.

El primer viaje dura veinte minutos, y no tengo ni idea de dónde estamos. Me sacan a empujones y me meten en otro vehículo, que me imagino que está dotado de más seguridad, para hacer un recorrido más largo. El segundo trayecto se me hace eterno (dos horas, tal vez tres) y para cuando paramos finalmente y me sacan otra vez, el vértigo que me produce lo que puede haber hecho Sarah se ha intensificado tanto que me resulta casi insoportable. Me llevan al interior de un edificio. En cada recodo tengo que esperar a que abran una puerta. Llego a contar cuatro, y en cada pasillo noto cambiar el aire, más viciado cuanto más avanzo. Por último, me empujan a una celda.

- Siéntate -me ordena uno de los agentes

Me siento en una cama de cemento. Me quitan la capucha, pero no las esposas. Los cuatro agentes salen y cierran la puerta de golpe. Dos de ellos, los más corpulentos, toman asiento frente a mi celda, y los otros dos se van. Es una celda pequeña, de tres metros cuadrados, y contiene la cama de colchón amarillento en la que estoy sentado, un lavabo y un inodoro de metal. Nada más. Tres de las cuatro paredes son de hormigón, y hay un ventanuco en lo más alto de la pared del fondo. A pesar de la mugre del colchón, me tumbo en él, cierro los ojos y espero a que mis pensamientos se serenen.

- ¡John! -grita la voz de Sam

Mis ojos se abren de golpe. Corro a la entrada de la celda y me agarro a los barrotes.

- ¡Estoy aquí! -grito también

- ¡A callar! -espeta el más grande de los dos guardias, mostrándome la porra

En otra parte del pasillo, otra voz hace callar también a Sam. Ya no dice nada más, pero al menos sé que está cerca. Paso la mano a través de los barrotes de la celda y apoyo la palma en la superficie metálica plana de la cerradura. Cierro los ojos y enfoco mi telequinesia en el mecanismo interior para percibirlo, pero no siento nada aparte de una vibración que me provoca dolores de cabeza, mayores cuanto más me concentro. La celda está controlada por un sistema electrónico. No puedo abrirla con la telequinesia. Solo espero que mi hermana este bien y haya encontrado a Seis. Si algo le pasará, no me lo perdonaría.

Menos si es mi culpa.

La sala de interrogatorios es cálida y está completamente oscura. Apoyo la cabeza en la mesa que tengo delante. Intento no dormirme, pero después de pasar toda la noche en blanco, me resulta imposible. En cuanto me duermo, se forma una visión ante mí y oigo unos susurros.

SOY EL NÚMERO DIEZ °Legados de Lorien x Teen Wolf°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora