Vinimos diez a la Tierra.
Tenemos el mismo aspecto que ustedes. Hablamos igual que ustedes. Vivimos entre ustedes.
Pero no somos como ustedes.
Podemos hacer cosas que solo puedes imaginar. Tenemos poderes con los que solo pueden soñar. Somos más fue...
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CUATRO
El cielo está nublado y gris; el bosque, frío y oscuro. Los árboles han perdido casi todas las hojas y yacen muertas en el suelo. Nueve y Marcus caminan delante, escrutando el entorno en busca de una presa que podamos cazar.
- Sabes, ese conejo estaba mejor de lo que esperaba
Se saca un pedazo de liana del bolsillo y se recoge en una cola el enmarañado cabello negro.
- Volveré a prepararlo esta noche, si les apetece -dice Marcus
- Ya se me ocurrirá otra cosa
Parece sorprendido de mis remilgos.
- ¿Te da miedo comer carne de caza? Tienes que comer si quieres recuperar fuerzas -dice Nueve- No sé por qué, pero nuestras piedras curativas no te alivian nada el dolor: ¡vaya mierda! Y esa enfermedad tuya es una lata; nos hace perder mucho tiempo, amigo
- Tienes que ponerte bien para que podamos irnos de aquí, y poder ir por Alysa -añade Marcus- Debe estar preocupada por nosotros
Al tratar de andar, me doy cuenta de lo débil que estoy: el cansancio me invade enseguida. Nos encontramos a tan solo unos doscientos metros de la cabaña y ya estoy agotado. Me muero por volver y echarme a dormir, pero sé que no me recuperaré a menos que mueva el culo y camine.
- Nueve, Marcus. Dejen que les cuente lo que he soñado -les digo
Nueve suelta un bufido de desdén.
- ¿Un sueño? No, gracias, amigo. Bueno, a menos que salgan chicas. En ese caso, ya puedes contármelo, y con todo lujo de detalles
- He visto a Setrákus Ra: he hablado con él. Me ha ofrecido un trato
Ambos se detienen un instante, y reanudan la marcha.
- ¿Ah, sí? ¿Qué clase de trato?
- Si volvía y me enfrentaba a él, dejaría vivir a todos los demás, Sam incluido
Nueve se burla de nuevo, y Marcus se mantiene neutro.
- Eso es una tontería. Los mogadorianos no hacen tratos. Al menos no con la intención de mantenerlos hasta el final
- Y no tienen piedad -añade Marcus
- Pero ¿por qué no fingir que acepto su oferta? De todos modos tengo que regresar a la cueva y rescatar a Sam
Ambos se vuelven hacia mí; la cara de Nueve es una máscara de indiferencia. Marcus me mira preocupado.
- Siento tener que darte la noticia, amigo, pero lo más probable es que Sam esté muerto. A los mogos les importamos un carajo y tampoco les importan los humanos. Yo diría que has tenido una pesadilla; siento que te hayas asustado y aún más que necesites aburrirme con el tema. Pero aunque hubieses canalizado a Setrákus Ra, está clarísimo que esa oferta es una trampa: si vuelves allí, seguro que morirás. La palmarás antes de haberte acercado ni diez kilómetros, fijo
