Capítulo 5

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Melanie

Salgo a la carrera del instituto.

—¡¿Mel?! ¡¿A dónde vas tan apresurada?! —pregunta Laura, corriendo detrás de mí.

Mientras que Vicky anda por ahí, investigando de Steve, Morgan está muy a gusto, siendo acorralada por Logan. Están muy ensimismadas para darse cuenta del apuro que llevo.

—Voy a ver a mi mamá —respondo, ansiosa.

Me nació eso, ese sentimiento de sentirla más cerca, no solo dormir con sus almohadas, las cuales he dividido con mi papá, sino tener sus...sus...restos físicos, cerca de mí.

Paso saliva, con los años es mentira eso de que me iba a doler menos, duele más.

—Ah, entiendo —medio sonríe mi mejor amiga, luego sonríe más agudo, contagiándome —. Pasa por la floristería de mi tía, trajeron unas rosas frescas, grandes, hermosas, también hay flores...

Trata de animarme, conservo el jardín de mi mamá, con mis propias manos planto las flores, rosas, todos los árboles que ella misma también sembró, por otros extremos de la casa, le gustaba mucho la jardinería.

—Entonces iré, hoy voy a llevarle, ahhh, se me ocurrirá cuando esté allá —comento, sin saber bien —. Sube, te dejaré en casa, tus cosas todavía siguen en el auto.

—No quiero ser inoportuna —alega —. No quiero quitarte tiempo —expresa avergonzada. Laura es tan adorable que me dan ganas de abrazarla cada vez que hace eso. Aunque solo lo hace cuando le conviene, de cuerda no tiene ni un tornillo.

Viro los ojos, abrazándola en lo que le doy un azote en el trasero.

Mi amiga sí que está bien proporcionada.

Me lo devuelve, salto en medio de una risa genuina, eso hacen los buenos amigos, transformar las tristezas en alegrías así no se vaya la primera, pero la aligeran y logran mejor eso de sobrellevarla.

—Tu nunca importunas, boba, no digas tonterías, la floristería de tu tía queda de paso a tu casa —le recuerdo. Desinfla los hombros de inmediato al ser descubierta —. Andando.

—Ya que insistes —me da un beso en la mejilla, yo también a ella. Arrastra los pies hacia el lado del copiloto

No somos nosotras haciéndole honor al término inoportunos, por ello no interrumpimos a doña Vicky, doña Morgan que está a nada de besuquear a Logan en frente del profesor de segundo y primero.

He visto poco a Nick, por obra de Satanás siempre algo se está interponiendo en nuestro tiempo juntos, como si fuera mandado.

Al menos ya lo besé, listo.

Subo al auto, rugiendo el motor para que quiten sus traseros de encima de él, una chica le saca el dedo a Laura, mi mejor amiga hace lo mismo con ella, sacándole la lengua de manera adicional.

Vicky y Morgan se espabilan con el rugir del motor al estar encendido, agitan las manos y les lanzamos besos a la distancia a las chicas, en lo que literalmente tiro todo en el asiento trasero.

Unas veces amo el orden y otras solo hago algo como esto.

—¿Esa no fue la que te metió el pie hace unos días? —inquiero, poniendo tema de conversación, en lo que espero que pase una patana.

No me gusta jugar mientras conduzco, tampoco suelo hablar mucho, mucho menos despegar la vista de la carretera, porque inmediatamente traigo a mi memoria las imágenes de aquellas luces cegadoras de esa patana.

—Mel, relájate —susurra Laura con voz dulce —. No pasa nada, ni pasara.

Paso saliva, más concentrada aun en lo que hay. Conducir es superar el peor de los miedos que poseo.

Casada a mi corta edad © [Danielson 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora