Capítulo 29

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Cameron

Maldita. Quién fuera el hijo de perra que hizo esto, mil veces maldito.

Visto lo primero que encuentro, con una atónita Melanie. Odio ver el miedo en sus ojos, que esté en pánico y no sepa si quiera como reaccionar.

Esto está yendo demasiado lejos, no es un juego, al menos para mí.

—¿Qué fue lo que pasó? —envuelta en una sábana me sigue por donde me muevo.

Nada está como quiero, nada se resuelve al instante y que no suceda alguna cosa de la que anhelo termina desesperando me hasta le punto que una vena se pronuncia en medio de mi entrecejo y los dientes rechina entre si.

Dos manos, suaves y frágiles envuelven mis muñecas con decisión cuando quiero acabarlo todo.

—Respira conmigo —susurra, empinándose para pegar su frente con la mía —. Relájate, todo va a estar.

—Melanie...—advierto.

—Piensa bien lo que me vas a decir —aconseja y en medio dela neblina metal, razono, no puedo estarla lastimando cada vez que suceda algo.

Los daños mentales son más letales que los físicos.

—Espérame aquí, ¿De acuerdo? No te asomes a la ventana, por favor —le pido.

—¿Y tú? —inquiere.

—Hazme caso —insisto.

—¿Y tú? —repite.

—Volveré. —aseguro. Es algo de lo que estoy muy seguro.

Esto es un juego para Allison, no lo acabará tan fácil, siempre ha estado enferma de la cabeza y me arrastró a su locura hace un tiempo, cree que puede hacer lo mismo, ignorando que, no soy el mismo, puedo jugar y hacerla retorcerse en el mismo infierno.

Abandono la casa con dos vehículos de guardaespaldas, dos van al frente de el que me transporta.

No puedo dejar de pesar en que algo se me está escapando, es hija de un senador Alemán, no se prestarían para esto a sabiendas que se irán en picadas debido a que no atacan a cualquiera, sino a mi, tengo peso en el mundo.

Hay algo más, a lo que Allison se está aferrando y quién o quiénes le facilitan los medios delictivos con los que está haciendo todo esto.

El GPS de Jack nos lleva a unas ruinas casi a las afueras de la ciudad. Cargo el arma legal que tengo, he sido precavido desde que asumí por completo el mando de lo que me pertenece.

Arribamos el lugar, me olvido de cualquier cosa, yendo a por Jack, algunos están heridos y otros, pasaron a otra vida.

Una masacre, esta hija de perra no ve que le quita vidas a quienes tienen familias, son hijos, hermanos y hasta quizá padres.

El lugar está desértico con relación a los atacantes.

—¡Jack! —le llamo en repetidas ocasiones.

—Aquí estoy, hijo, ven —corro hacia donde proviene la voz.

Suelto el arma arrodillándome a su lado, no tiene balas en el tórax, si en una pierna, se a atado la herida con el cinturón.

Casada a mi corta edad © [Danielson 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora