Capítulo 13

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Melanie

Despierto a consecuencia de la debilidad que tengo en el estómago. Sudo frío y siento que no hay un solo gramo de energía en mi sistema.

El dolor de cabeza por las horas de huelgas es insoportable hasta dejarme aturdida en lo que, con las pocas fuerzas, me arrastro hacia el baño donde mi aspecto no es nada alentador.

Me bañé una sola vez ayer, no comí, tengo ojeras, lloré demasiado y la frustración de que lo primero que vez cuando te despiertas es una casa totalmente diferente a la tuya.

¿Qué más da por ahora?

Entro al baño cerrando la entrada principal con llave, seguido la de la estancia donde estoy.

Necesito agua en el cuerpo entero, por eso, después de desnudarme ingreso a la ducha humedeciéndome entera.

El hambre y el desgano no son nada bueno y comienzo a darme cuenta que bien puedo torturar a Cameron de tal modo que no me afecte a mí.

Sin miramientos utilizo lo que hay, para algunos quince minutos después vestirme con lo primero que topo en mi maleta.

Ingreso el móvil en el bolsillo después de ajustar las agujetas de mis zapatillas deportivas, busco el pasillo en dónde debo mirar en diferentes direcciones.

Esta casa es un estadio.

Puertas y puertas hasta que las escaleras aparecen. La decoración no está mal, pero yo lo haría mejor sin quitarle el toque de antigüedad que sin duda le queda fantástico a semejante propiedad.

—Buen día —saluda Christine.

Espabilo los pensamientos con la voz que suena de frente.

—Buen día —respondo apartando gran parte del cabello que tapa mis ojos y rostro.

Me es difícil actual relajada. Momentáneamente me mareo de pie, aferró fuertemente la baranda de la escalera.

—¿Se encuentra bien? —Christine se acerca dejando la caja de herramientas en el piso, es veloz al socorrerme.

Odio mostrarme débil, lo detesto, eso y la extrañeza me hacen retroceder, pero ella lo ignora, acompañándome mientras continúo escaleras abajo.

—Si...si —repito para convencerme.

Christine me proporciona una sonrisa caritativa, se muestra afable queriendo entrar en confianza conmigo, como si quisiera reparar algo. Quizá las actitudes del psicópata acosador que crio.

—Te acompaño a donde vayas —se ofrece Christine.

Con ella no puedo pagar, es tan amable, que apenas realizó una mueca sin que la cabeza me estalle del dolor.

—Gracias —musito, aturdida. Termino de bajar las escaleras y no se hacía donde ir, por lo que giro hacia Christine—. Bueno, yo...—balbuceo en tono bajo, no quiero que Cameron se entere.

El estómago me suena haciéndome pasar vergüenzas, Christine comprensiva sonríe.

—Ven conmigo, te daré de comer.

No soy nada discreta cuando respiro aliviada siguiéndola por el camino que conduce a la cocina, voy tan concentrada en llegar a la cocina que omito los detalles a mi alrededor.

—Se lo agradezco, Christine —susurro.

El día anterior no aprecié nada por solo salir del paso buscando oportunidades, pero la cocina es inmensa, bien podría ser del tamaño de un departamento. Tiene todo y cada rincón meticulosamente limpio.

Casada a mi corta edad © [Danielson 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora