Capítulo 3

140K 6.2K 1.2K
                                    

Richard

Mi atención recae en mi hija una y otra vez, ella y sus amigas se dispersan en el coche, Melanie juiciosa les pregunta que si se ajustaron bien el cinturón. Tiene un trauma con los cinturones y los autos en sí, aunque ella conduzca bien, jamás lo olvidara y yo tampoco.

Mi esposa murió al instante de que un camión de carga impactara su auto en la puerta del conductor y este haya dado varias vueltas hasta quedar hacia arriba. Mi pequeña hija de ocho años en aquella época, se fracturo un brazo, una pierna y tubo un traumatismo en la cabeza por el impacto donde perdió mucha sangre.

Desde la entrada de la casa presiono el mando de la entrada para dejarlas salir.

Le lanzo un beso y ella a mí en lo que agita su mano, la culpa llega en el momento que se pierden de mi vista. Presiento que voy a caerme, las rodillas me fallas y debo sentarme en la fuente de entrada de la mansión.

La estructura de la casa pesa sobre mis hombros, llevo así hace años, desde que acepte la peor estupidez de mi vida, la peor decisión tomada. Tengo el pecho apretado, la camiseta pesa, me asfixia, hasta el punto que debo frotarme ese lugar.

Si muero de un infarto, nadie más que yo tiene la culpa y con justa razón. En cualquier momento tendré que recibir mi castigo.

Soy el peor padre del mundo, un egoísta, si pensé en ella y ahora soy consciente que, de asegurarle un futuro, eso no es suficiente justificación.

Ahora, que ya he vivido casi cuatro años con este peso atormentándome sin poder dormir tranquilo, lo hubiera preferido, perder todo, lo que a Maritza y a mí nos costó tanto levantar, todo con tal de quedarme con mi hija y que no me odie como sé que lo hará.

Marco el número de ese muchacho una vez más, recibiendo la misma respuesta de hace unas horas, fuera de línea. Toda la tarde ha estado así, llego a pensar que lo hace a propósito, la última vez que tocamos el tema de que embargue todo, lo rechazó, dijo que eso no le importaba.

Como no, nada en dinero, lo tiene todo y precisamente por eso debería de olvidarse de mi hija.

Llevo un collar en el cuello que en realidad es una porta retratos, dentro están las fotografías de Maritza y Melanie. Al abrirlo, los vellos de mi cuerpo se colocan en puntos, sé que donde quiera que este mi esposa, yace decepcionada de mi por completo.

La tarde antes de su accidente le había prometido que cuidaría de Melanie toda mi vida. A veces hay personas que sienten la llegada de los malos acontecimientos y Maritza tal parece que lo sintió, trabajamos, lo recuerdo como ahora, de momento insistió con el tema de la protección de nuestra única hija, horas después, sucedió eso después de irla a buscar a casa de compañeras del colegio, era un cumpleaños.

Le fallé, de la peor manera.

—Perdón —suplico a la fotografía de mi fallecida esposa —. Por favor...—siento que sus ojos me ven con reclamo, la foto, de donde esté me está mirando así.

El nudo formado en mi pecho, sale a cantaros materializados en lágrimas cayendo por mi rostro. Esta desesperación no se aplaca y presiono en la pantalla táctil una vez más el número de Cameron Danielson, cinco veces seguidas y sigo escuchando lo mismo: "Soy Cameron Danielson, no puedo contestarle en este momento, deje su mensaje y si lo considero importante le responderé"

Obviamente es importante, necesito que responda.

—¿Richard? —la voz de Amalia me hace bloquear la pantalla con rapidez, devolviendo el collar a su lugar y con las manos limpiarme el rostro.

—¿Si? —respondo.

El gesto de la mujer que ha estado con nosotros desde antes de que Melanie naciera, se contrae, intente ocultar el llanto, pero estoy seguro que ella no mi estado.

Casada a mi corta edad © [Danielson 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora