Capítulo 40

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Melanie

Aterrizamos el día anterior luego de unas horas las cuales parecieron interminables, tuve algunos mareos y unas ganas de vomitar horribles, me controlé todo lo que pude, sin embargo, en algún momento tuve que visitar el baño en el aire. La turbulencia no me había sentado nada bien, sabía que en el fondo mi bebé estaba protestando de ese sentimiento que me destruía, yo no quería estar haciendo nada eso y mi bebé lo sabe.

Aterrizamos en punta cana, tengo ideas de hacia donde moverme, ya he estado aquí y la reserva del hotel se hizo con días previos.

Agradezco tanto tener las precauciones necesarias, el esfuerzo en papá le estaba dando muy fuerte y lo único que hicimos a penas llegamos, fue acostarnos, él necesitaba sus medicamentos y le pedí servicio a la habitación, mientras yo solo mastique un pedazo de piña antes de echarme a dormir todo el resto del dia.

Ayer fue un día que me gustaría no recordar, sentirme devastada, sin retener nada en el estómago, constante náuseas y mareos y ver que tu padre sufre por las secuelas de heridas que precisamente provocó la persona que causa esta distancia.

A la mañana siguiente, me levanto mucho mejor, papá duerme y yo decido ver los alrededores con capucha en la cabeza, ubicó un par de tiendas donde hay diversos productos, debo completar el cambio de look, así que me equipo de lo necesario, algo de ropa y una que otra cosa regresado al hotel donde desayuno con algo más de ánimo, obligándome a ingerir algo, no por mi, sino por mi pequeño milagro.

El plan es irnos a la sajona y vivir como costeros hasta que esto dure, acá hay personas que me conocen, los primos de Cameron, por ejemplo, Ana sobretodo y aunque no es exactamente en esta zona, no quiero arriesgarme.

Aprovecho las primeras horas para trabajar con mi cabello, juro que nunca me había teñido el pelo, jamás lo procesé con nada, ningún químico y de mala gana debo hacerlo, siguiendo los pasos que dice el producto. Espero honestamente, no quedarme calva.

Termino con ello, pasando a las lentillas que debo usar, papá toca a la puerta y le doy permiso de entrar, sus cejas se elevan casi hasta tocarle el cabello.

—Te queda bien, princesa —dice, quizá no es para hacerme sentirme mal, soy otra persona, mis ojos azules no están y mi cabello oscuro tampoco —. Los cambios son buenos.

Se que está tratando de no ser pesimista, a ninguno de los dos nos gusta esta situación.

—Dúchate, cuando termines me avisas para comenzar contigo, pa —tiro lo que use con las benditas lentillas llenas de agua, estoy muy sensible y siempre lloro por todo.

—Solo será temporal, mi cielo.

Asiento, yendo afuera donde observo las piezas de ropa, no soy presumida, pero me encantan los bolsos y los tacones los colecciono, sé que estoy embarazada y que no es recomendable usarlos seguido, sin embargo, la apariencia de Rita es distinta a la de Melanie, tiene que usar playeras y chándal, nada ostentoso. Soy influencer desde los trece años, me es complicado, hay outfits muy de acuerdo con lo que a veces subía a mi página de Instagram.

Estoy pensando estupideces, sacudo la cabeza, haciendo las maletas, al medio día he alquilado una lancha para que nos traslade a la casa playera que he alquilado en la isla, tengo que pensar en que vamos a hacer para maquillar de dónde sale el dinero que estaré usando a partir de ahora.

Soy Rita, nada más que Rita. Llevo toda la mañana repitiéndome eso.

Papá sale, una vez desayuna, procedemos con él, dejándole una apariencia parecida a la mía.

Al medio día la lancha viene por nosotros, no sin antes tener lo que les pedí, el trayecto no es nada largo, es cercano y por ello dejo los nervios cuando se vislumbra la isla en el fondo, está al suroeste del país, todo esto es La Romana, cuenta con una superficie de 110 km cuadrados, tiene un atractivo turístico precioso, lleno de playas y agua tan cristalina que es un deslumbre para los habitantes y turistas.

Casada a mi corta edad © [Danielson 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora