Capítulo 41

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Cameron

La zona donde está la herida es molestosa, al moverte y ser sobre una costilla, te duele hasta para respirar, yo no pienso en eso, sino en los días que llevo sin saber nada de Melanie, cada día me pregunto sobre mi hijo, sobre ella y el vacío que está llenando mi vida desde que no está, nada lo llena.

No puedo comer sin sentir un nudo en el estómago, ¿Cómo lo hago? Sabiendo que a ella se le dificulta porque vomita varias veces al día.

Siento que estoy enjaulado, que por más que nado para salir a la superficie, no alcanzo y me mantengo en el fondo del océano.

Le fallé a Melanie con dejar a esa demente suelta, le estoy fallando al no devolverle su hogar, la paz que necesita.

No puedo beber alcohol, no solo por la herida sino por ellos.

Mi vida se está desintegrando, todo volcado, un huracán arrasó con la estabilidad que conseguí y ahora está difícil el proceso de reconstruir.

Ignoro lo que Jake me está explicando el transcurso del día, asiento a que me deje la carpeta y cuando pueda se la revisaré, después del altercado ha mantenido bajo perfil, salvo por el día del hospital en el que se volvió loco sin reconocerme mientras sostenía a Melanie.

La casa, ese es otro problema, esa gran mansión que era llenada por la maravillosa presencia de Melanie, está sumida en una profunda tristeza, tenía esmero cuidado en cada detalle, la había decorado a su gusto y en cada rincón ya tiene su esencia, sin contar que Drogo a vuelto a los días donde le gruñe a todo mundo.

—Cameron —Jack entra a mi oficina con cara de seriedad, siempre la tiene, pero hoy es específica.

Levanto la vista de la pantalla del ordenador, prestándole atención.

—¿Ahora qué pasó? —preguntó, pellizcándomela el puente de la nariz, con la herida que tuvieron que volver a coser ante un ataque de furia que tuve.

Cierra la puerta detrás de él, despachando a su hijo que venía detrás.

—Al fin hay un avance en alguno de tus problemas —informa, tomando asiento.

Inmediatamente tiene toda mi atención, desliza un folder sobre el escritorio, antes de comenzar a relatar lo que hojeo.

Horas antes del anochecer, ayer por la noche, sus contactos sobre una pista del rastro de Ben Schmidt y su hija, a quien ahora se le llaman Norma, está registrada con el apellido de los Fisher en conjunto con el presunto padre, hay más fotografías de ella, lo único con lo que tiene similitud a mi, es en los ojos, no obstante, se quien es Ben Schmidt y nos llegamos a partir la cara en más de una ocasión, es de ojos similares a los míos, pero aunque el piso esté parejo, hay niveles.

Tienen tres meses desaparecidos, exactamente el tiempo en el que que la demente de Allison se escapó del manicomio.

Todo está claro, lo sacó de donde lo pudiera hartar con facilidad y así intentar jugar con mi autocontrol, sabe bien que lo buscaría en cada rincón del mundo para salir de dudas.

No he mandado a buscar el paradero de Melanie, no hasta que el encargado de este asunto esté disponible, no confío en nadie y cualquiera podría venderlos a los tres a mano de quien se mantiene en las sombras.

Regreso a casa a más tardar las diez de la noche, trabajo en el nuevo deportivo que quiero lanzar, combinándolo con diseños exclusivos.

Sumergido en la soledad, en el silencio de mi habitación, pienso y pienso, me arrepiento de haber perdido todo el tiempo en discusiones, ahora el insomnio me acompaña con el dolor de cabeza que no se va.

Casada a mi corta edad © [Danielson 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora