Capítulo 54

62K 2.9K 292
                                    

Melanie 

Peleo con medio hospital, dicen que no es necesario que siga aquí, ellos no entienden que no voy a dejar a mi hijo en manos de desconocidos. 

Solo yo sé lo que viví para tenerlo, casi me muero, mientras lo pujaba sentía que estaba desgarrando por dentro y que no lo iba a lograr. 

Tengo miedo de que lo lastimen a pesar de que ya no hay nadie persiguiéndonos, esta sensación no se me va para nada. Al final logro quedarme, no me importa el dinero, si Camerón no estaría dispuesto a pagarlo lo haría yo y es obvio que eso no va a suceder. 

Ya puedo usar faja post parto, me ayuda muchísimo con la fuerza del abdomen y estar para las demanda de nuestro bebé, come muchísimo, me da una felicidad enorme al saber que mi leche lo ayuda a fortalecer más rápido. 

Di a luz faltándome dos semanas para completar los ocho meses, están esperando ese tiempo con la incubadora, sin embargo, eso no evita que le cambie para ver lo guapo y bien que se ve con toda su ropita. 

Tengo un muñequito de carne y hueso, el más hermoso del mundo. 

—Duerme, yo lo hago —susurra Cam, escucho su llanto, son las tres de la mañana, estoy agotada, él quiere comer. 

Camerón se las apaña con el cabestrillo para alimentarlo, entre sueño logro verlos, son tan parecidos que creo por eso es que Junior mira tanto a su papá. 

Al día siguiente vienen a revisarlo, estoy en todo momento y finalmente puede dejar el oxígeno y así yo puedo cargarlo mejor, ayudándolo a que sepa más de mi olor y el de Cameron, por ahora somos los únicos que lo cargamos y mi papá, no sabe dónde estar con eso de que tiene un nieto. 

Sigue siendo una cosita volátil haciendo rabietas, le gusta estar en mis brazos, más necesita pasar lo que le falta para que yo así pueda cargarlo tanto como quiera. 

La primera vez que lo bañé yo sola, estaba tan nerviosa que la enfermera debió asistirme, ya la tarea se me da muy bien.

Amo esos piececitos rosados, está todo de ese color, las mejillas tienen más grosor desde cuando nació y sus manitas están cada vez más fuertes. 

Antes de los quince días deja el ombligo caer, lo guardo en una pequeña cartera, luego se lo mostraré cuando sea grande. 

—¿Quién es el bebé más guapo? —le hablo de aquella manera en las que sueles hacerlo con los pequeños, le estoy poniendo un gorro y tan solo un moño corto para que la incubadora siga haciendo su función.

—Obviamente él —contesta Cameron —. Es mi hijo. 

Se jacta y por tic levanto la ceja. 

—También es mío —aclaro —. Mírame, soy hermosa. 

Hace lo que le digo, se acerca coqueto, me roba un beso húmedo mientras tengo a Junior dándole pecho. 

—Demasiado hermosa —apremia. 

No me siento menos, ni inseguridades después del parto, es normal que quedara con algo de estómago, agradezco que esté sin estrías, uso un corset especial que mandaron de una de las marcas para las que trabajo, me está ayudando mucho con los senos, los mantiene en su lugar y no dejo que se me llenen tantísimo, tengo varios ordenadores y todo un banco de leche para Junior. 

Las fajas son esenciales y atacan donde deben.

Cualquier mancha por el embarazo las estoy contraatacando con cremas. 

Soy una mamá joven, eso no significa que deba descuidarme. 

Sin contar con que mi cabello está muy abundante y las libras que subí, no me preocupan, bajarán a su tiempo, la prioridad es el pequeñín que eructa contra mi hombro dormido. 

Casada a mi corta edad © [Danielson 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora