Capítulo 6

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Cameron

La vi. Yo estaba ahí en el cementerio y como un acosador invadí su privacidad, escuchando parte de lo que hablaba con su madre, me retiré cuando se volvió más íntimo.

La sufre, Melanie y yo tenemos eso y más en común, a mí también me hubiera gustado tener a mis padres conmigo, tal vez no hubiera hecho tantas estupideces. Ella tiene la fortuna de tener al menos a uno de los dos a su lado.

Hasta que llegue el día.

—Se arriesgó mucho, señor—rezonga un guardaespaldas, recibiendo mi saco al llegar al departamento —. La chica es fiera y descubrió a uno de los escoltas.

Lo es, mandé al hombre para que me abriera camino y que en este caso yo, siguiera pasando desapercibido.

Pasé justo a su lado en lo que discutía con el escolta. La desconfianza surcaba las expresiones de sus rasgos.

Mantuve la distancia adecuada, camuflado, donde no sintiera mis pasos, menos mi aroma.

Sigo turbado con el niño que siempre la está buscando. Le pinche las llantas a su coche para que tuviera en que ocuparse, no he dañado nada que cause un accidente, pero sí que lo mantengan ocupado y lejos de lo que me pertenece.

Contesto la llamada de la nana, como siempre, averigua si ya almorcé, si el servicio se está comportando bien conmigo, todo.

Drogo baja del sofá en cuanto me ve, rodeando mis piernas, atento a cualquier cosa.

Me agacho a sobarle las orejas.

Drogo es un cachorro que se impacienta a estar en un solo lugar, pero también es travieso y suele jugar con lo que no debe.

Cuelgo la llamada, sonriendo como estúpido, una sonrisa auténtica.

—Hoy vi a tu mami otra vez —le comento a Drogo que me sigue al interior de la habitación, en el camino me voy quitando la ropa —. Te vas a portal bien con ella, ¿Verdad?

Para las orejas escuchando, aquellos ojos enormes de color azul me miran, no sé cómo interpretar eso.

—Eres un buen chico, Drogo, por supuesto que te vas a portal bien. —aseguro.

Buen chico, ni él ni yo lo somos.

Preparo todo con ansiedad porque llegue el fin de semana, todavía faltan dos días, sin embargo, aprovecho para afeitar la leve barba incipiente, volviendo a reír frente al espejo.

Tengo el olor de la vainilla en mi olfato, el viento en la dirección que estaba lo traía a mi nariz, memoricé sus gestos, memoricé más a detalle la altura que ha adquirido con los años, así como los mohines tiernos realizados mientras está triste, me parecen de lo más adorable si bien es cierto, pero no me gusta divisar la tristeza en sus grandes ojos azules, profundos, quisiera tener un poder para borrarla de ella.

Quiero hacer feliz a mi pequeña, que no me sufra.

La desesperación me produce impaciencia, iba a acortar la distancia entre los dos y decirle de una buena vez quién soy para ella, lo que significo en su vida.

Soy un hombre de palabra, por eso me acoplé en lo que había quedado con Richard, esperar hasta la fecha indicada, mientras el pasa más tiempo con su hija.

Llegamos a ese acuerdo, no obstante, él se está volviendo insistente con lo mismo, cuando soy renuente, suelo ignorar sus llamadas, no, yo no puedo dar marcha atrás.

Trabajo un poco, siempre tengo algo que hacer, la noche es cálida en Miami, otros tiempos y tuviera alguna mujer en el departamento. Digamos que me estoy guardando para Melanie, hace un récord largo ya, demasiado para mí.

Casada a mi corta edad © [Danielson 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora