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𝐆𝐘𝐎

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Cómo pudo evitó todas las preguntas de sus compañeros del porque no iba a beber si quiera una copa de alcohol

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Cómo pudo evitó todas las preguntas de sus compañeros del porque no iba a beber si quiera una copa de alcohol. Tuvo que inventarse una mentira de que se sentía resfriado para que lo dejaran salir del restaurante.

Exhaló dejando salir todo el aire de sus pulmones con pesadez, recargó su espalda contra la pared del lugar mirando con duda su teléfono, ¿debía llamar a Hinata para que viniera por él?

–¿Te vas a casa?

De la impresión soltó un gritó alejándose de la pared casi arrojando su celular a la cara del desconocidose detuvo tiempo al ver que tan solo era Mikey.

¿Cómo es que no lo escuchó acercarse?

–Lo siento, no era mi intención asustarte –dijo aguantandose la risa, la cara que hizo el omega logró que olvidara su enojo de hace unos minutos por el idiota de lentes.

En cuanto vió que el omega se estaba marchando dudo entre seguirlo o asesinar a ese insolente ahí mismo. Escogió lo primero, no podía dejar que Takemicchi se fuera solo a su casa a tales horas de la noche, después se encargaría de él.

–Me voy primero.

Anunció levantándose de la mesa, el trío asintió entendiendo de inmediato la situación.

–No te preocupes Mikey, nosotros nos encargamos –comentó Hanemiya con una sonrisa aterradora.

Ellos se dieron una mirada cómplice, no harían nada ilegal de momento tan solo lo retarían a alguna competencia de tragos para dejarlo inconsciente, y si se ponían muy creativos, dejarlo en algún parque o desagüe.

–Te llevaré a casa, vamos juntos –mencionó en cuanto el omega le respondió que iba devuelta a su hogar –. No nos quedemos aquí, vámonos ya –sentenció envolviendo su mano a la muñeca contraria tirando con suavidad.

–Pero... –estaba a punto de negarse.

Manjiro se acercó a su cara casi sintiendo sus narices rozar –Si no fuera por ti, ni siquiera habría venido a la cena de esta noche –su pobre corazón comenzó a latir más rápido no sabiendo cómo reaccionar, esperaba no estar sonrojado –. ¿No querías tener una conversación después? ¿O me equivoco? –agregó alejándose.

Ah, esa es la razón.

Pensó sintiendo como todo su nerviosismo moría –Tienes razón, deberíamos hablar.

–Entonces vamos a mi auto, hace un poco de frío.

El omega no tuvo más remedio que seguirlo hasta el estacionamiento del restaurante, sintiéndose de pronto intimidado por los dos autos deportivos que destacaban de los demás con demasía.

ᴘᴏꜱɪᴛɪᴠᴀᴍᴇɴᴛᴇ ᴛᴜʏᴏ/ᴍᴀɪᴛᴀᴋᴇ-ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀꜱᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora